José Antonio Diego|ATENAS
La farsa y la tragedia se dieron la mano, el día en que los Juegos Olímpicos regresaron a su país de origen, para escenificar un escándalo que puede acabar en la expulsión de los dos héroes locales, Kostas Kenteris y Ekaterini Thanou. La historia que ha hilvanado la delegación griega para intentar explicar la tercera espantada contiene tantos elementos de farsa como de tragedia.

Grecia, cuna de los Juegos, pero también de las obras teatrales de fatal desenlace (tragedia) y de las burlescas que sólo persiguen hacer reír (farsa), asiste a un viernes 13, día aciago en la tradición helena, con ánimo compungido por la caída de dos mitos y la alegría de ocupar, por unas horas, el centro del universo.

El cuento empezó con un oficial del COI que, sobre las 18.30 del jueves, se presentó en la Villa Olímpica con la intención se tomar muestras de sangre y orina a Kenteris y Thanou. Ninguno de los dos se hallaba en el recinto: primera infracción de la normativa antidopaje.

El campeón olímpico de 200 metros y la subcampeona de 100 se habían ido a sus respectivas casas para recoger efectos personales. No aparecieron en varias horas. Cuando lo hicieron había pasado un tiempo suficiente para vaciar su organismo de cualquier sustancia sospechosa.