Armstrong conquistó por segunda vez la cima más prestigiosa del
Tour y lo hizo con la superioridad habitual en un ciclista con
hambre de victoria cualquiera que sea el terreno que le pongan por
delante. Puede con todo y resulta imparable. Si Eddy Merckx era el
«Canibal» y Bernard Hinault el «Caimán», los amigos de los apodos
ya le pueden ir buscando alguno similar al hombre que voló en las
pendientes del Alpe D'Huez para arrasar a sus rivales.
El ciclista texano, el único junto a Fausto Coppi que ha ganado
el mismo año en Alpe D'Huez y la general final, invirtió un tiempo
de 39:41 en el ascenso de 13,5 kilómetos repartidos en 21 curvas,
salvando un desnivel de 1130 metros. Esta vez no le secundó Basso,
sino el alemán Jan Ullrich a 1:01, mientras que la tercera plaza se
la adjudicó otro germano, y del T-Mobile, Andreas Klöden, a
1:41.
El italiano Iván Basso hubo de pasar el trago de verse doblado
por Armstrong a 3 kilómetros de meta, a pesar de que el líder había
salido 2 minutos más tarde. Eso terminó de destrozar la moral del
jefe del CSC, que al final fue octavo a 2:23. Peor terminó el
campeón de España, Paco Mancebo, hundido en el puesto 24º a 3:40,
por lo que perdió casi todas las opciones de luchar por el
podio.
No todo fue negativo para los españoles. Santos González, del
Phonak, alcanzó una meritoria quinta plaza a 2:11 y aguantó el
mejor tiempo hasta la llegada de los grandes favoritos. Carlos
Sastre estuvo en sus marcas y cerró décimo a 2:27. El vencedor de
la última Vuelta, Roberto Heras, se dejó 5:47 y un día más demostró
que este no es su Tour.
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