El estadio lisboeta de La Luz será escenario de una final
inédita e imprevisible al comienzo del campeonato el pasado 12 de
junio. La Eurocopa de Portugal echará el cierre con un duelo
atípico, pero no por ello exento de atractivos. Suceda lo que
suceda, el europeo ha encumbrado a un técnico y a un equipo. El
brasileño Luiz Felipe Scolari y Portugal han encandilado a todo el
país luso, que ha vibrado con su selección.
Los colores rojo y verde se han paseado por todos los rincones
de las ciudades durante el campeonato y la afición ha «estallado»
de alegría cada vez que el equipo superaba un obstáculo en su
camino hacia la final.
Comenzó mal la escuadra de Scolari. El tropiezo ante los griegos
en el partido inaugural desencadenó una depresión popular y puso al
técnico en el disparadero. Pero el entrenador supo reaccionar e
introducir los cambios necesarios en el equipo para lavarle la
cara.
Y la mejoría se hizo palpable. Portugal enfiló sin vacilar su
camino hacia la final. Rusia, España, Inglaterra y Holanda cayeron
en sus garras y después de cada triunfo el país «enloqueció» de
alegría. El fútbol portugués creció en cada envite, se fue haciendo
grande y transmitió al pueblo la sensación de que nadie les podía
parar en su objetivo de levantar la copa de campeones en La
Luz.
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