«Ha sido un partido difícil porque Moyà jugo un excelente tenis
y sólo cuando pude romperle el saque en el octavo juego para el 5-3
del tercer set pensé que podía ganarlo», declaró Roddick. «Mi
ilusión era debutar en el Masters ante los aficionados de Houston y
hacerlo con un triunfo».
Roddick se coloca con marca de 1-0 dentro del Grupo Rojo y se
enfrentará mañana jueves en la segunda ronda del último torneo del
circuito internacional bajo el sistema de «round robin» contra el
alemán Rainer Schuettler, sexto cabeza de serie, que ganó 6-3, 4-6
y 6-2 al argentino Guillermo Coria, cuarto preclasificado. «Sé que
para estar en la semifinal tengo que ganar al menos dos partidos y
espero conseguir la segunda victoria cuando me enfrente a
Schuettler», comentó Roddick.
La victoria también fue la segunda que tiene Roddick, de 21
años, en los enfrentamientos como profesional contra Moyà, de 27
años, que participa en el cuarto Masters en su carrera. «Tuve las
mismas oportunidades o más de ganar el partido, pero al final no
las aproveché y Roddick fue el que decidió con su saque en los
últimos juegos», comentó el mallorquín, que se enfrentará el jueves
a Coria. «Esta claro que será decisivo para ambos».
El primer set fue un paseo para Roddick que en sólo 24 minutos
lo ganó después de romperle el servicio a Moyà en el tercer y
séptimo juegos, mientras que el suyo lo mantuvo sin problemas.
Pero el jugador mallorquín ajustó su resto de revés y sorprendió
a Roddick en la segunda manga para romper el servicio por primera
vez y ponerse con 2-0 y saque de ventaja, el margen suficiente para
mantener el suyo y conseguir empatar el partido.
El tercero fue un duelo de dos jugadores que dominaron con su
saque y golpes de derecha hasta que en el octavo juego Andy Roddick
aprovechó el primer «break point» para romper el servicio a Moyá y
ponerse con la ventaja de 5-3 y servicio que se presumía
insalvable.
Roddick, que terminó con 83 puntos ganados, no falló con su
saque y se aseguró la victoria ante el delirio de los 7.500
espectadores que llenaban el estadio del Club Westside de Houston,
donde es el nuevo ídolo del tenis estadounidense.
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