La noticia saltó el domingo muy avanzada la tarde. Montse Magre abandona, tras cuatro años de dedicación, el proyecto del CB Puig d'en Valls. Este cambio de filas -acepta la oferta del Linares de Liga Femenina 2- significa, según sus palabras, más minutos de juego de los que considera que tendrá bajo las órdenes de Tito Sobrín en la próxima temporada.

La base catalana, en unas declaraciones que suenan a despedida aunque todavía estará un mes en Eivissa, asegura que esta decisión ha sido muy meditada y que «cuesta mucho salir» tras cinco años de dedicación. «Da pena irse porque me gustaría terminar lo que me trajo a Eivissa, que quizá por la lesión ya no podrá ser; quiero que acabe también esta pesadilla», indicó Magre que lleva casi medio año en blanco desde que a finales de 2002, en una jugada en partido de liga, cayera sobre su propia mano fracturándose dos falanges y tras dos intervenciones quirúrgicas, con sus correspondientes meses rehabilitación.

Magre reconoció que su preferencia era quedarse en Eivissa «pero creo que ha llegado la hora de cerrar un capítulo y las cosas en el baloncesto son así, aunque la verdad es que siempre he estado muy apegada al club».

La catalana, en este sentido, agradece el apoyo del club en los últimos años, a la afición y a la isla y deseó a la entidad deportiva «mucha suerte» en su camino futuro.

Respecto a su conciencia de que con ella se marcha un pedazo de la historia del baloncesto femenino pitiuso, Magre consideró que 'sí' es así y mostró su alegría «de haber formado parte de ella, pero cuando uno es profesional del deporte surgen sinsabores como éstos y como las lesiones». Montse Magre forma parte ya no sólo de la historia del CB Puig d'en Valls a donde llegó procedente de la Primera Catalana con 22 años, sino de la historia del baloncesto pitiuso. La jugadora se va con la cabeza alta después de muchos años de trabajo con la ilusión puesta en un proyecto cuya guinda ya no conocerá: la FIBA Cup.