La infanta Crsitina y Javier Godó entregan a Carlos Moyà el trofeo del vencedor. Foto: V. Fraile

Francisco Àvila|BARCELONA
El español Carlos Moyà conquistó, después de ocho intentos, el torneo Conde de Godó al derrotar en la final al ruso Marat Safin, quien se retiró aquejado de problemas estomacales después de 2 horas y ocho minutos, cuando el marcador ya señalaba un concluyente 5-7, 6-2, 6-2 y 3-0 para el mallorquín. Moyà, que había perdido la final de Barcelona en 2001, obtuvo el segundo título de la temporada (ya había ganado en febrero el Abierto de Buenos Aires) y se hizo con uno que le hacía especial ilusión, ya que defiende los colores del Real Club Tenis Barcelona, organizador del torneo.

Safin se retiró aquejado de problemas estomacales, pero para entonces ya tenía poco que hacer. El español había hecho todo el trabajo y salvo en la manga inicial, resuelta en el duodécimo juego en la primera ventaja que tuvo el ruso, Moyà fue quien llevó el peso del partido.

Ni Moyà ni Safin sirvieron tan bien como en la víspera, pero el saque de ambos les valió para mantener el servicio con comodidad en los primeros once juegos del partido.

Moyà no se dejó amedrentar por la contundencia de los golpes del moscovita, ni siquiera cuando tuvo que servir con segundos saques. Además, presionó siempre cuando era el ruso quien no acertaba con el primer servicio.

La prueba del acierto en el saque se reflejó en un detalle: de los primeros seis juegos, cuatro se decidieron en blanco. La clave del primer set estuvo en el duodécimo cuando Moyà sacó para forzar el desempate, pero no estuvo muy inspirado. Cedió la primera ventaja con su servicio a Safin y el ruso no la desaprovechó (7-5).

La relajación fue entonces el principal enemigo del moscovita en la segunda manga. Moyà rompió el saque del rival en el juego inicial y después tuvo hasta siete ventajas para escaparse con 3-0, no lo hizo entonces pero sí en la siguiente ocasión.

Con 4-1 y servicio, el español sufrió poco e igualó el partido (6-2) en un set que duró 40 minutos. El español ya tenía para entonces aprendida la lección: su derecha funcionaba a la perfección, dominaba desde el fondo y de vez en cuando obligaba a Safin a jugar en la red.

La variedad de los golpes del mallorquín fue determinante ante un rival que, poco a poco, se fue apagando. En el tercer set, Moyà rompió en el tercero y el quinto, y cuando firmó el segundo 6-2 en 29 minutos, sabía que la victoria no se le podía escapar.

Safin, tal vez acusó el excesivo calor reinante en la pista central del Real Club Tenis Barcelona, y entonces empezó su declive. Cedió su saque nada más empezar el cuarto set, Moyà ganó el suyo e hizo 'break' en el siguiente. Con 3-0, el jugador ruso Marat Safin tiró la toalla y anunció su retirada al juez de silla.

Moyà es el noveno español que se alza con el título en Barcelona. Anteriormente lo habían ganado la práctica totalidad de la élite de este deporte en nuestro país. Es un trofeo que tienen en sus vitrinas Andrés Gimeno, Manuel Santana, Juan Gisbert, Manuel Orantes, Emilio Sánchez Vicario, Carlos Costa, Félix Mantilla y Juan Carlos Ferrero.

El mallorquín, séptimo en la carrera de Campeones de la ATP, consiguió de esta manera su decimotercer título en su carrera. Un palmarés que inició en Buenos Aires (1995). Después conquistó Umag (1996), Long Island (1997), Montecarlo y Roland Garros (1998), Estoril (2000), Umag (2001), Acapulco y Bastad (2002), Buenos Aires y Barcelona (2003).

Carlos Moyà aseguraba que «He roto un maleficio de siete años», quien considera esta victoria como «un premio a la regularidad», pues en sus anteriores participaciones había alcanzado las semifinales en tres ocasiones y perdido una final ante el valenciano Juan Carlos Ferrero (2001).

El mallorquín considera que, para un tenista español, «ganar el Godó es lo más importante tras los Másters Series y los Grand Slams» y reconoció que, para él, el abierto barcelonés es especial, «pues se juega en un club en el que he pasado muchas horas y conozco a mucha gente». Por eso no es de extrañar que, todavía en la pista y tras derrotar a Safin, un exultante Moyà tomara el micrófono para agradecer a todo el mundo su apoyo, desde su familia a sus entrenadores, pasando por los recogepelotas, los árbitros y las azafatas.

Moyà bromeó con los Duques de Palma, elogió el juego de su rival, piropeó a Arantxa Sánchez Vicario, presente en la pista para entregarle uno de los trofeos y tuvo una dedicatoria especial para el público. «Gracias por estar a mi lado durante todo la semana. Sin vosotros no hubiera podio ganar», les confesó Moyà a los aficionados antes de descorchar la habitual botella de cava.

Tras su éxito en Barcelona, el tenista mallorquín cree que todo es posible, hasta recuperar el número uno que alcanzó en marzo de 1999, unos meses antes de sufrir una importante lesión en la espalda. «Aquello fue lo único que me apartó de ahí, pero los malos momentos me han hecho ver las cosas de otra forma. La confianza ha vuelto a mí y me siento otra vez un jugador de los de arriba», aseguró.

En esos momentos, poco le importaba a Moyà que Safin hubiera deslucido su triunfo retirándose en el cuarto set a causa de agotamiento físico. «Quizá no es la mejor manera de ganar una final pero creo que el partido ya lo tenía bastante encarrilado» finalizó el mallorquín.