José Antonio Pascual|REINO UNIDO
Manchester United y Real Madrid se cruzarán en Old Trafford, el considerado «Teatro de los sueños», un órdago de primera magnitud, una apuesta decidida en pos una plaza en las semifinales de la Liga de Campeones en la que parte con ventaja el actual campeón por el 3-1 conseguido en la ida, pero lo hace sin su «actor» principal, Raúl González. Las lesiones siempre son inoportunas, pero en esta ocasión la apendicitis aguda que ha provocado la ausencia de Raúl es un contratiempo de grandes dimensiones. No obstante, el técnico español y sus compañeros deben rehacerse a la adversidad y, con mimbres de categoría en el relevo, para el que se presenta como gran candidato José María Gutiérrez Guti en una gran oportunidad para él, la misión es levantar la cabeza, superar el trago y dedicarle un éxito a su «7».

El encuentro, como toda la eliminatoria, se presenta como un duelo de altos vuelos entre los considerados mejores equipos ofensivos del planeta, aunque ese marcador obliga a los de Alex Ferguson a plantear un acoso sin cuartel en busca de la remontada sin olvidar «proteger la ropa» atrás para evitar la sentencia de los madridistas. El técnico escocés, quien ha considerado importante obtener un gol en una fase del partido relativamente temprana, no ha dudado en situar la clave en que el Real Madrid no marque, para lo que quiere que sus zagueros mantengan la concentración en la marca, aunque para su alegría no tendrá la zozobra de enfrentarse a Raúl, todo un azote para los «diablos rojos».

El delantero madrileño logró dos goles en este mismo escenario hace cinco años y su equipo se metió en semifinales tras vencer por 2-3, y en la ida consiguió otros dos. Raúl era la gran preocupación para las huestes inglesas, que ahora tendrán que repartir su atención entre las otras estrellas del campeón continental, como el portugués Luis Figo, el francés Zinedine Zidane y el brasileño Ronaldo, quien queda ahora como gran referencia ofensiva y tiene la misión de aprovechar su velocidad a la contra. Vicente del Bosque y sus pupilos son conscientes de que van a tener que sufrir para salir airosos después de dejar vivo al Manchester en el Bernabéu. El resultado, siendo bueno, es históricamente peligroso, y por ello salir a defenderlo sería un suicidio.