J. Antonio Pascual (Efe) - MÚNICH
Por tercer año consecutivo vuelven a verse las caras estos dos
«gigantes» del balompié europeo y mundial que, de paso, son los
últimos ganadores de la Liga de Campeones. En las dos anteriores
ocasiones se cruzaron en las semifinales. El ganador de la
eliminatoria (Real en 1999-00 y Bayern en 2000-01) salió del torneo
con el trofeo bajo el brazo tras ganar en las finales al Valencia.
Al Real Madrid le toca en esta oportunidad el papel de buscar la
revancha, y además lo quiere hacer dejando atrás el maleficio del
Olímpico, donde nunca ha ganado, aunque en un par de ocasiones
derrotas por la mínima no le impidieron pasar la eliminatoria.
Zidane tampoco olvida la final de la Copa de la UEFA que perdió con
el Girondins de Burdeos contra el Bayern ni la de la Liga de
Campeones con el Juventus ante el Borussia Dortmund en este
feudo.
La estrella francesa, si el tobillo derecho no le juega una mala
pasada a última hora, pretende borrar parte de dichas decepciones
de un plumazo aunque sea a costa de su amigo Bixente Lizarazu. Es
el momento y el escenario para que un jugador de la valía del
marsellés lleve con su juego en volandas a un Real Madrid que no
anda muy sobrado de buen fútbol, pero que tiene recursos para salir
victorioso de una vez del coliseo muniqués. Ausente el portugués
Luis Figo "autor del tanto madridista el año pasado en el
Olímpico", Zidane y Raúl González están llamados a poner la magia
ante la mejor defensa de la actual Bundesliga y la Liga de
Campeones -igualada con la del Liverpool- y, junto a las llegadas
de Roberto Carlos, Santiago Solari y el punta que actúe -Fernando
Morientes o José María Gutiérrez «Guti»-, ratificar que el Real
tiene el mejor ataque de la competición.
Del Bosque y sus hombres tienen la ventaja en esta oportunidad
de que disponen del partido de vuelta en su Santiago Bernabéu,
aunque el Bayern ya venció el pasado año en Madrid. El Real puede
«navegar» con el resultado hasta cierto punto. Ante un equipo
alemán, y menos ante el Bayern, pocos resultados son
tranquilizadores y ni siquiera un presunto bache de juego engaña al
técnico español y sus futbolistas. Y es que aunque el cuadro de
Hitzfeld ciertamente no atraviesa por un momento dulce, mantiene
intacto ese espíritu competitivo, esa raza de ganadores que encarna
su mejor hombre de la actualidad, el portero Oliver Kahn, y que
acompaña, pese a sus lagunas, a ilustres como Stefan Effenberg,
Jens Jeremies y el propio Giovane Elber.
La última baja por lesión de Mehmet Scholl, así como las
previamente conocidas del lateral francés Willy Sagnol y el
delantero Alexander Zickler, han coincidido con la recuperación del
bosnio Hasán Salihamidzic, quien incluso ha sido utilizado de
defensa diestro con vocación atacante por su largo recorrido.
Hitzfeld, quien ha reconocido que los siete puntos que le separan
del Bayer Leverkusen son una barrera casi insalvable para revalidar
el título liguero, se aferra, como su afición, a ese equipo que en
Europa, con más o menos problemas, saca con oficio las
eliminatorias, pero sabe que ante un enemigo como el Real Madrid, y
más teniendo en cuenta la vuelta, puede no ser suficiente.
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