AGENCIAS-SEVILLA
Zaragoza y Celta saltaron al estadio de La Cartuja con el mismo fin y precedentes opuestos. Los de Luis Costa buscaban endulzar una amarga temporada, mientras que los gallegos ansiaban certificar otro año entre la elite con su primer título a nivel nacional. El papel de despistado en los primeros compases le correspondió al Zaragoza, precisamente al menos novato de los oponentes. Un error defensivo maño era aprovechado por Alexander Mostovoi, que se hacía con el control del esférico, driblaba a Paco Jémez y ya dentro del área, dibujaba un preciso remate al que el meta zaragocista no podía responder.
El Celta, que fue infinitamente superior en la grada, golpeaba primero con tan sólo cinco minutos de juego disputados. Pero su rival despertó del letargo inicial y ganó terreno sobre la hierba. Y de esta forma, en el segundo remate a puerta "el primero acabó en gol", el Zaragoza establecía las tablas en el tanteador. El capitán maño, Xavi Aguado, aprovechaba su punto fuerte, el juego aéreo, para rematar al fondo de las mallas un servicio de falta colgado al área por el paraguayo Acuña. Ahí no acabó la ofensiva. Acto seguido, José Ignacio, de forma similar al gol del empate, hacía lucirse a Cavallero, que acabó enviando el balón a córner.
Fue entonces cuando empezaron las alternativas en el juego, aunque la balanza estuvo a favor de un Zaragoza que halló recompensa cuando tras un servicio excepcional de Jamelli a José Ignacio, éste era derribado dentro de área de forma clara por Berizzo. Jamelli, muy seguro, engañó a Cavallero y culminó la remontada parcial. Empezaba un nuevo partido al borde del descanso. El Celta parecía desconcertado, ahogado en sus propias virtudes, a la par que los de Luis Costa mostraban mayor solidez en todos los aspectos del juego. Tras la reanudación, más de lo mismo, pero con un Zaragoza más conservador ante su mandato en el marcador.
El grupo de Víctor Fernández recuperó poco a poco el pulso a su juego, pero el Zaragoza resistía y con el balón en los pies, hacía correr a un Celta que cuando aparecía lo hacía con especial mordiente. Catanha y Mostovoi estuvieron a punto de fabricar el empate cuando pasado el primer cuarto de hora de la segunda mitad, el Zaragoza pasaba por su peor momento, atosigado por un Celta consciente de que el tiempo corría en su contra. Mostovoi fabricó la que pudo ser la jugada de la final. El ruso dejó sentados a Aguado y Rebosio aragonses, y cuando sólo tenía que batir a Laínez, su remate colocado y fuerte se fue a las nubes.
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