EFE - MÚNICH
El Real Madrid volvió a toparse con el maleficio del estadio Olímpico de Múnich y no logró el objetivo de remontar el 0-1 encajado en la ida, por lo que se despidió en su intento de renovar el título de la Liga de Campeones, que dirimirán en Milán el Valencia y el Bayern. Definitivamente Fernando Morientes se quedó de salida en el banquillo y Guti fue el encargado de ser la referencia más adelantada del conjunto de Del Bosque, mientras que Hitzfeld pudo contar con Scholl, la gran duda en las jornadas previas al encuentro, y además alineó al inglés de origen canadiense Hargreaves como relevo al sancionado Stefan Effenberg. El resto de los 'tocados' estuvieron en el once.
La jugada inicial aturdió al cuadro español. Scholl se plantó ante Iker Casillas, quien tuvo que estirarse al máximo para sacar el remate raso del internacional germano. Fue el aviso de un comienzo pletórico del Bayern y desdibujado del Real, porque Casillas tuvo que abortar poco después (m.3) un disparo de Elber, el hombre de la eliminatoria, sin duda, ya que además de marcar en la ida, puso las cosas más claras a los ocho minutos, cuando resolvió de cabeza un tremendo barullo bajo los palos de la meta madridista a la salida de un córner.
El Madrid no es que perdiera la cabeza, es que no estaba en el campo. Las imprecisiones y los errores eran constantes ante un rival crecido, instalado en su zona con comodidad, con mucho trabajo en la presión y con una moral por las nubes. Un disparo fuera del inglés McManaman poco antes del cuarto de hora fue el primer esbozo de que los hombres de Del Bosque estaban en el césped, y además de que no estaban rendidos, ni mucho menos, porque aunque el Bayern había logrado el objetivo marcado por Ottmar Hitzfeld apareció estelar la conexión Raúl-Figo que transformó el luso en el 1-1.
El empate cambió por momentos la decoración. El Real Madrid se serenó, pasó a tener el balón, a dominar el centro del campo y a combinar más y mejor, pero fue solo un espejismo, porque este Bayern, que ansía el torneo continental desde hace 25 años, tiene la fe por bandera y la efectividad a gala, tanto que Jens Jeremies aprovechó la siguiente opción bávara, a los 34 minutos, con un disparo desde fuera del área, para establecer el 2-1 definitivo.
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