Gronholm, que empezó su carrera deportiva en 1987, logró en Gran
Bretaña su primer campeonato del mundo y dio a Peugeot el segundo
título mundial del año, quince días después del campeonato de
marcas logrado en el Rally de Australia.
El finlandés tenía todo en su mano para coronarse ganador en
Cardiff, ya que los nueve puntos de ventaja que tenía sobre el
británico Richard Burns, el único que podía arrebatarle el título,
al frente de la clasificación del campeonato, le permitían cometer
incluso algún error, siempre que no quedara fuera de los cinco
primeros puestos.
Richard Burns, ganador en las dos últimas ediciones de la prueba
de su país, estaba obligado a ganar y a esperar un fallo importante
de su rival.
El británico no falló pero Gronholm hizo una gran demostración de
su talento y del buen resultado del Peugeot 206 y además de
adjudicarse tres especiales no perdió de vista a su rival.
El finlandés y el británico también se beneficiaron del abandono
del escocés Colin McRae (Ford Focus), que lideró la prueba al
término de la primera jornada. El abandono de McRae dejó todo en
manos de Burns y Gronholm, ya que el español Carlos Sainz (Ford
Focus), el finlandés Tommi Makinen y su compatriota Juha Kankkunen
estaban a más de un minuto del líder. A pesar de los aciertos de
Burns el británico tuvo que conformarse con la victoria local.
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