Figo tuvo ayer un día frenético. Llegó a Madrid en un vuelo privado que aterrizó en la base aérea de Torrejón de Ardoz, pasó el reconocimiento médico en la Clínica Ruber, se reunió con Pérez en una notaría, abonó los 10.000 millones más el 2'7 por ciento del IPC en la Liga de Fútbol Profesional (allí acudieron su representante, José Veiga, y el asesor fiscal de éste, Vicente Montes), almorzó en un restaurante, firmó con su nuevo club y fue presentado ante una gran cantidad de medios informativos en un breve acto.

El portugués, nacido en Almada el 4 de noviembre de 1972, se ha convertido en el fichaje más caro del fútbol mundial y en objeto de la primera polémica de la pretemporada entre los dos grandes clubes español, Barcelona y Real Madrid. El mandatario madridista catalogó a Figo como uno de «los grandes jugadores» del fútbol mundial, le dio la bienvenida a su nueva casa y le pidió «esa profesionalidad que ha demostrado hasta la fecha» en el Barcelona. Pérez confió en que Figo va a contribuir a mantener e incrementar el prestigio mundial de la entidad y en que va a «seguir escribiendo páginas gloriosas en la historia del Real Madrid».

Figo, que acudió al acto con una camiseta blanca y un pantalón negro, dijo en un primer momento que estaba «muy contento por estar aquí» y que intentará «dignificar al máximo, con el trabajo, el nombre del Real Madrid». «Espero ser tan feliz como en los años en los que he estado en el Barcelona», dijo el luso, quien apuntó que lo único que puede prometer es trabajo para «intentar ganar el máximo de títulos». Figo, en cambio, no atendió a pregunta alguna en su acto de presentación. Se fotografió junto a Pérez y Alfredo di Stéfano, nuevo presidente de honor madridista, con la camiseta blanca con el «10» en la espalda, si bien no se la enfundó y la sujetó con las manos.