PABLO SAN ROMÀN (AFP)
José Francisco Molina tuvo un error en una salida, lo que costó a España la derrota (1-0) con un gol de Iversen. Molina se encogió de hombros y pidió perdón. Lo que no sabía Molina es que Raúl pondrá el error del portero en un segundo plano y ocupará a partir de ahora un lugar privilegiado en este particular museo de los errores españoles.

Otra escenificación se dió en la final de la Eurocopa de 1984, cuando a poco de iniciarse el segundo tiempo, Michel Platini lanzó un tiro libre al centro de la portería de Luis María Arkonada, que el portero no pudo blocar, y el balón se le deslizó por debajo del cuerpo. Era el primer tanto de Francia, que acabaría ganando el partido por 2-0. La siguiente escenificación tuvo como protagonista a un delantero del Sporting de Gijón llamado Eloy que en los cuartos de final del Mundial de 1986, contra Bélgica, fue el único en fallar su intento en los lanzamientos de penalti. España marcó cuatro, pero el cuadro belga anotó sus cinco. En el Mundial de 1994, le tocó el turno a Julio Salinas. En otro partido de cuartos de final, contra Italia, el delantero, que jugaba entonces en el Barcelona, se quedó solo ante el portero azzurro y no pudo resolver. En la siguiente acción, muy parecida a la del fallo del atacante vasco, Roberto Baggio no perdonó y marcó el 2-1 definitivo para Italia. El último eslabón en esta cadena de errores tuvo su exponente en Zubizarreta, que metió en su portería un centro desde la izquierda del nigeriano Lawal, que ayudó a los africanos a ganar el partido por 3-2 y puso a España camino de la eliminación.

La próxima cita puede ser el Mundial de Corea del Sur y Japón, si España se clasifica. Los bookmakers británicos tal vez incluyan en sus apuestas el acierto del nombre del próximo inquilino del museo de los errores del fútbol español.