3 YUGOSLAVIA: Kralj, Dudic, Djukic, Mihajlovic, Nadj, Dejan Stankovic, Jugovic, Jokanovic, Drulovic, Mijatovic y Kovacevic.
Cambios: Stojkovic por Dejan Stankovic; Milosevic por Kovacevic y Kezman por Mijatovic.
3 ESLOVENIA: Dabanovic, Novak, Galic, Milanic, Milinovic, Karic, Pavlin, Ceh, Zahovic; Udovic y Rudonja.
Cambios: Acimovic por Udovic; Pavlovic por Pavlin y Osterc por Karic.
ARBITRO: Vitor Manuel Melo Pereira (POR). Expulsó por doble amonestación de Mihajlovic (m.60). Mostró también tarjeta amarilla a Milanic (m.14).
GOLES:
Minuto 23, Zahovic, 0-1.
Minuto 52, Pavlin, 0-2.
Minuto 57, Zahovic. 0-3.
Minuto 67, Milosevic, 1-3.
Minuto 70, Drulovic, 2-3.
Minuto 73, Milosevic, 3-3.
El orgullo y el amor propio de Yugoslavia le permitió salvarse del desastre en el duelo balcánico de la Eurocopa que acabó en tablas (3-3), un partido en toda la extensión de la palabra en el que Eslovenia, debutante en estas lides, acusó su falta de experiencia, y desperdició en seis minutos una ventaja de 3-0.
Un día después de que Portugal remontara un 0-2 adverso contra Inglaterra, Yugoslavia aprovechó la relajación y el perdón de un rival «novato» para renacer cuando peor lo tenía y, con dos tantos del zaragocista Savo Milosevic y otro del jugador del Oporto Ljubinko Drulovic, salvó un empate por el que nadie apostaba a falta de treinta minutos para el final de la contienda.
El partido fue un festival esloveno desde el minuto 1 hasta el 60. El pupilo Srecko Katanec le había ganado la partida al maestro Vujadin Boskov a lo grande, pero el seleccionador yugoslavo, el más veterano de la Eurocopa, volvió a ver cómo su famosa frase, «fútbol es fútbol», se hizo realidad.
El orden, dinamismo, ilusión y superioridad de Eslovenia le habían colocado con una clara y habitualmente definitiva ventaja de 3-0 gracias a los dos tantos de Zlatko Zahovic y al de Miran Pavlin. Fue un festival de los eslovenos, que habían pasado del sueño de estar en la Eurocopa, fraguado en el frío de Kiev, al éxtasis de un «baño» que le estaban dando al «gigante» balcánico en su primer enfrentamiento oficial, y es que Yugoslavia era poco menos que una caricatura, sin ilusión aparente, sin movilidad y sin profundidad.
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