El brasileño Gustavo Kuerten sintió escalofríos al ver como se
escapaban una tras otra sus oportunidades, pero después de un
electrizante desempate logró derrotar al sueco Magnus Norman para
ganar por segunda vez en su carrera el torneo de Roland Garros.
Kuerten, campeón en 1997, se hizo con el segundo Grand Slam de
su carrera al imponerse por 6-2, 6-3, 2-6 y 7-6 (8-6), después de
tres horas y 44 minutos de intriga y a la undécima bola de partido.
Fue un final de leyenda, con Norman emulando a Houdini y escapando
de la derrota una y otra vez hasta que Kuerten encontró su último
golpe ganador.
El brasileño acabó con una reverencia hacia su entrenador Larri
Passos, quien al borde de la locura extendió los brazos y envió un
beso al cielo en señal de gratitud después de tanto tormento.
«Estoy muy feliz de estar aquí de nuevo y quiero dar las gracias
mi madre, a mi abuela y a mi entrenador», dijo con voz vacilante
Kuerten. «Estoy nervioso, muy nervioso al finalizar el partido y
ahora para hablar. Todo empezó aquí para mi cuando salí de ninguna
parte y después de mi victoria en 1997 se empezaron a cumplir mis
sueños, y otro sueño se ha hecho realidad de nuevo hoy», acertó a
decir Kuerten que releva a Norman en la Carrera de Campeones.
Guga consiguió el octavo título de su carrera y el tercero esta
temporada después de los de Santiago y Hamburgo. Un triunfo que le
permite unir su nombre al del argentino Guillermo Vilas, los dos
únicos suramericanos que han ganado más de un grande en la Era
Open. El brasileño recibió la Copa de Mosqueteros de manos del
alemán Boris Becker que durante unos segundos pudo abrazarla. El
gran Boris, con seis títulos del Grand Slam, tres veces ganador de
Wimbledon, nunca logró ganar un torneo de tierra y fue finalista
aquí tres veces (1987-89-91).
Kuerten se sintió robado en la primera oportunidad que disfrutó
para ganar el partido, en el décimo juego, cuando el juez de línea
dio por mala un bola de Norman y el de silla, el francés Pareau,
tras comprobarla cambió esa decisión. «Guga» se había acercado
incluso a la red ya para despedirse de su rival.
La sistemática regularidad del sueco se vino abajo en estos
parciales en los que sus fallos se multiplicaron, errores no
forzados, 27 en total, que Guga aprovechó para adelantarse.
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