El piloto alemán de madre española heredó la primera posición
cuando en la vuelta 30 Mika Hakkinen daba un trompo en la primera
variante y tenía que abandonar la carrera. El finlandés controlaba
la carrera sin excesivos problemas y tan sólo Frentzen no había
quedado descolgado de la cabeza.
La imagen de Hakkinen tras su abandono fue patética, tras
bajarse del coche arrojó con rabia un guante al suelo y se escondió
en un sendero del Parque de Monza para llorar amargamente, por la
oportunidad que había perdido para sentenciar el mundial de Fórmula
Uno, ante la debacle de sus más directos rivales, el británico
David Coulthard (McLaren MP4/14 Mercedes) y Eddie Irvine, ambos
fuera de los puntos al rodar en esos momentos en séptima y octava
posición.
El abandono de Mika Hakkinen no cambió en exceso el desarrollo
de la carrera, con Frentzen seguido muy de cerca por su
compatriota, el también alemán Ralf Schumacher (Williams FW21
Supertec). El finlandés Mika Salo salvaba el honor de la marca
italiana Ferrari después de haber superado al brasileño Rubens
Barrichello (Stewart SF03 Ford) en el repostaje en boxes, con David
Coulthard e Eddie Irvine en los dos últimos puestos que daban
puntos.
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