Así ha reaccionado el grupo zaragozano tras conocer la publicación de un artículo en una revista digital de Guatemala en la que Andrés Zepeda, periodista que participó en el rodaje del vídeo en Centroamérica, cuenta cómo consiguió traficar con 31 tortugas bebé gracias a la laxitud legal en el país guatemalteco.
En un 'post' en Facebook, los miembros de Amaral aseguran que se encuentran «estupefactos» ante el citado artículo y se muestran «preocupados» al pensar que se hayan llevado a cabo prácticas ilegales o, «lo que es peor, que las tortugas hayan podido sufrir algún daño».
«La productora nos aseguró que la filmación se haría con escrupuloso respeto al medio natural y dentro de la legalidad, tal y como quedó reflejado en el contrato que firmamos con ellos. En este sentido, hemos pedido explicaciones a la productora, responsable de los equipos de trabajo en las fases de preparación y rodaje del vídeo», han señalado.
Huevos de tortuga en Guatemala
En su artículo, Zepeda explica que Guatemala «es el único país de la región donde no es prohibido el consumo de huevos de parlama: se venden por quintales en los mercados y ningún ecologista dice nada». En este sentido, recuerda que la superstición popular les atribuye propiedades afrodisíacas, lo que facilita su consumo.
Una vez conseguidas las tortugas bebé, explica la odisea que llevaron a cabo para trasladarlas desde el Pacífico hasta el Caribe, donde se rodó el vídeo. El periodista asegura que el director del rodaje -Titán Pozo- «era un divo» y que «mediar para que el equipo no se agarrara a trompadas resultó ser más difícil que cuidar a las tortugas».
«En su epopeya, la protagonista del video debía toparse con un sapo. Titán quería registrarlo estando quieto, pero el animal, por instinto, saltaba tratando de huir. En el minuto 3:38 del videoclip puede vérsele la irritación alrededor del ojo, efecto de los varios chancletazos que recibió hasta quedar debidamente azurumbado. Parecía como Stallone al final de Rocky IV. 'Esto no se lo vamos a contar a Amaral', bromeábamos», destaca en su artículo.
Tortugas «condenadas a perecer»
El periodista termina su historia explicando que el equipo optó por liberar en el mar a las tortugas a la conclusión del rodaje, una acción que considera inútil puesto que ya estaban «condenadas a perecer», bien por las altas temperaturas, por haber estado tanto tiempo expuestas a la luz directa del sol o por tener que abrirse paso en un arrecife de coral abundante en fauna depredadora.
«Es increíble lo idiota que puede llegar a ser esta industria que hoy me remunera', pensaba. 'Se pasa horas enteras e invierte decenas de miles de euros dirigiendo el lente hacia el lado equivocado'. Mientras tanto, detrás de las cámaras la realidad circundante (autoridades cooptadas, abandono del Estado, turismo sexual, violencia contra la mujer, miseria, inequidad, impunidad, trasiego intensivo de drogas) pedía a gritos ser registrada», reflexiona Zepeda.
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