Así se ha sincerado ante Luján Argüelles en el programa «La hora de Luján», en EfeRadio, en el que ha explicado que su vida personal ha sido «un desastre... hasta ahora» y que se arrepiente «de lo mediático del breve noviazgo» que mantuvo con la cantante Chenoa, «nunca» de la amistad y de lo que disfrutaron juntos.
DeMaría (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1976) ha reconocido que ahora ha encontrado una persona, Lola Escobedo, manager y pareja actual, que le da «más importancia» a su bienestar que al propio. «Me enamoré desde que la vi», ha afirmado con rotundidad.
A sus 37 años, el gaditano no duda en afirmar que quiere tener hijos porque «crear una familia» es «la producción más importante» de la vida, aunque reconoce que ha ido «dilatando» la prioridad familiar por un «miedo al compromiso».
Considera, mientras esboza una sonrisa, que entiende «demasiado» el universo femenino porque «a veces» causa «el efecto contrario por la suposición continua» y su problema -reconoce- es «dejar de suponer de una vez».
En este sentido, añade: «He aprendido mucho de mi abuela, de mi madre, de mi hermana y he mitificado tanto a la mujer que, sin ser homosexual, tengo un lado femenino muy desarrollado».
Se considera «bastante» feliz y opina que «reír de amor» es «lo más bonito que hay». «No hay concierto, gira o disco que haga igualar a hacer reír a la persona que amas y convertirte un rato en el bufón más grande del mundo para esa persona», explica.
El cantante y compositor jerezano se siente «liberado» con su último disco, «Otras vidas». «No el décimo de mi carrera, sino el primero de mi nueva vida», un trabajo con el que intenta renovarse y define como «honesto, sincero y crudo».
DeMaría celebra que los románticos no estén «pasados de moda» porque compositores y autores no tienen «mucha más motivación que el desencuentro consigo mismo y la búsqueda constante de ese estado de equilibrio y de felicidad, y eso te lo da estar enamorado o sufrir por no estarlo».
En este disco, DeMaría muestra «las experiencias de vida, los arañazos del alma o las cicatrices cerradas, o sin cerrar».
Un nuevo trabajo con el que ha dado «un paso adelante y firme» del que no le duele «mirar atrás» y en el que ha sido «dueño» de su tiempo, sus decisiones: «de ir seis meses a mi casa, a Cádiz, a componer en compañía de mi perro y con las visitas de mis padres, de mi sobrino y mi hermana», concluye.
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