Allen, cuya cinta abrirá el 11 de mayo la 64 edición del Festival de Cannes, aseguró en declaraciones a la radio RTL que «nada de lo que se ha leído en los periódicos sobre ella es verdad», en alusión a unas supuestas dificultades con Bruni durante el rodaje en la capital francesa.
«No tuvimos que hacer y rehacer las tomas: actuó muy bien y a la primera», dijo el director sobre esas rumoreadas dificultades de actuación de Bruni, reveladas el año pasado por un diario británico, en pleno rodaje de la cinta.
«Algunos dijeron que la quise sustituir, y ni se me ocurrió. Todas las escenas que escribí para ella están en la película. No la impuso su marido (el presidente Nicolas Sarkozy), él vino un momento, y una sola vez, al plató», dijo Allen. «Además, pasamos un momento excelente con él», añadió.
Carla Bruni «intepreta el papel de guía del Museo Rodin, y está absolutamente perfecta», zanjó el director, quien agregó: «Claro que hubiera querido hacer más, tiene talento para ello, pero no pude proponérselo porque tiene otras obligaciones».
Allen declaró además su amor por París: «Era joven, tenía apenas treinta años y vine como autor y por un papelito en una película titulada 'What's new, pussycat', en 1965. En cuanto vi París, me enamoré».
«Incluso, aunque eso sería difícil hoy, si alguien me dijera ahora 'no vuelva a casa', estaría tentado de quedarme (...) Cuando pienso en las mejores hazañas de la historia de la humanidad, o en la cultura, me vienen dos cosas a la mente: la Atenas del siglo V (...) y, luego, por supuesto, París».
«París es el mayor de los milagros. Aunque a veces camino por las calles y me encuentro con esas tiendas horrorosas, ya sabe, esas trampas para turistas, como el McDonald's de los Campos Elíseos. Para mí es un crimen, una mutilación que desfigura la calle Rivoli, los Grandes Bulevares o incluso las plazas de París», concluyó Allen.
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