El Ayuntamiento de Sant Antoni de Portmany, reunido en sesión plenaria, acordó en 1891 reclamar a la Dirección General de Obras Públicas la instalación de un faro de sexto orden que marcara la entrada al puerto, declarado de interés general gracias a las gestiones del diputado Velasco Ibarrola.

A petición popular, los representantes locales expusieron la necesidad de levantar un faro en esta ubicación para acabar con la inseguridad que los navegantes tenían a la hora de entrar en el puerto. El faro de sa Conillera, construido cuarenta años antes, se mostró insuficiente para iluminar la bahía de Portmany y, de hecho, no pudo evitar el naufragio de algunos buques que intentaban refugiarse en el puerto.

El proyecto, redactado por el ingeniero Eusebio Estada, fue aprobado en 1895 y dos años después, el 15 de septiembre de 1897, fue inaugurado con una apariencia luminosa de luz fija roja y un alcance de 5 millas, las suficientes teniendo en cuenta la proximidad del faro de sa Conillera.

En 1913, la Cofradía de Pescadores de Sant Antoni se dirigió al Ministerio de Fomento para pedir el cambio de apariencia del faro porque, con el crecimiento del pueblo, la luz fija se confundía de lejos con la iluminación de las casas que se habían ido edificando por los alrededores del faro. La sugerencia fue aceptada aunque, por falta de recursos, el cambio no fue posible hasta el 16 de octubre de 1926 cuando se instaló un juego de pantallas giratorias encima de un flotador de mercurio accionadas por un mecanismo de relojería. A partir de ese año, los fareros de ses Coves Blanques asumieron el mantenimiento de nuevas señales adscritas a su servicio y se hicieron cargo de las balizas de es Vedrà, Bleda Plana, Punta Xinxó y el faro de sa Conillera.

En 1956 el faro fue automatizado y su señal luminosa se sustituyó por una nueva que emitía destellos blancos cada 2,5 segundos con un alcance de 12 millas. Sin embargo, el final de la vida útil de este faro estaba cerca: las obras del nuevo dique de abrigo estaban ya en marcha y no tenía sentido contar con dos balizamientos para la misma función. Por este motivo, en 1963 se toma la decisión de sustituir el faro por una baliza en el morro del dique y de retirar su linterna aunque sus viviendas siguieron albergando hasta hace tan solo unos años a los fareros destinados en la zona.

El singular faro de ses Coves Blanques vio cómo su luz se apagaba tras seis décadas iluminando la bahía de Portmany. Desde entonces, ya no presta servicio como señal marítima pero es la sede del Centro de Interpretación del Mar después del convenio firmado en 2006 entre Autoritat Portuària de Balears y el Ayuntamiento de Sant Antoni. El nuevo equipamiento sociocultural se inauguró el 18 de septiembre de 2010 y, desde entonces, acoge actividades culturales, educativas o medioambientales.

→ Más información en la página web www.farsdebalears.com
 

¿SABÍAS QUÉ . . . ?
El ingeniero de ses Coves Blanques mejoró la habitabilidad de los faros, que dejaron de ser cuarteles para convertirse en viviendas

Eusebio Estada, el ingeniero que diseñó el faro, dio un giro conceptual a la habitabilidad de los faros introduciendo, a partir de ses Coves Blanques, el concepto de auténticas viviendas para los torreros destinados.

Según señala Javier Pérez de Arévalo en Historia de los faros de las Islas Baleares, con los anteriores ingenieros, Antonio López y Emili Pou, no se podía hablar de viviendas sino de simples habitaciones comunicadas por pasillos compartidos donde existía un único espacio habitable. Hasta ese momento, el faro se concebía como un cuartel donde vivían los torreros con sus familias, que debían compartir un espacio comunitario donde solo las habitaciones proporcionaban cierta privacidad a sus vidas.

En el faro de ses Coves Blanques, Estada aisló por completo las estancias que ocupaban los torreros y sus familias con el resto de espacios destinados al almacenaje.

A partir de los años 20 se produjo una importante reducción de plantilla que redujo de 3 a 2 el número de torreros que vivían en el faro, lo que permitió separar las viviendas de ambos.