The Sea of the Trees es una película que te sumerge en una experiencia totalmente espiritual para contarte la historia de un matrimonio destruido y la más dura de las decisiones. Un film que comienza un relato profundo y cargante que requiere de una honda reflexión.

Durante el visionado se atraviesan varias fases, primero, parece comenzar sin ningún razonamiento argumental, los hechos se van sucediendo y las escenas avanzan dejándose llevar por la inercia, por lo que cuesta bastante enganchar el hilo narrativo y puede llegar a ser desconcertante. Más adelante las piezas empiezan a encajar como un rompecabezas que va adquiriendo lógica, claro que llegados a ese punto –que es prácticamente al final–, puede que muchos espectadores ya se hayan rendido.

Parece un error, pues, que todo se va construyendo a un ritmo tan lento, convirtiéndose en un drama desesperante y demasiado reflexivo para el que se necesita una dosis extra de paciencia. Ni siquiera las actuaciones de dos grandes intérpretes protagonistas, Matthew McConaughey y Naomi Watts, a cuya interpretación no se le puede poner pegas, consiguen rescatar la trama de un soporífero aburrimiento. No es por tanto la falta de interpretación lo que hace largo este argumento, sino la manera de conducir el relato por una senda de desesperante tristeza y agonía. De hecho, si hay un punto positivo ese sería el haber contado con buenos artistas que le aportan el sentimiento que demanda este drama carente de dirección.

F I C H A

Título: The Sea of the Trees

Género: Drama

Nacionalidad: EE.UU

Director: Gus Van Sant

Repertorio: Matthew McConaughey, Ken Watanabe, Naomi Watts