Mary Roig es una mujer ibicenca que adora las costumbres payesas. Foto: T. ESCOBAR

Las costumbres son una parte esencial de nuestra historia, las tradiciones nos recuerdan de dónde venimos y quiénes somos, porque son, al fin y al cabo, parte de nuestra identidad. Por eso, Mary Roig se ha afanado toda la vida en ir aprendiendo esos pequeños detalles que reúnen la pureza de Eivissa en cosas tan básicas como la gastronomía, la vestimenta y las canciones populares.

«Desde pequeña mi abuela cantaba siempre canciones payesas, por eso, siempre desde pequeñita yo he escuchado en mi casa cantar y cuando he tenido hijos y nietos les he cantado también», explicó Mary, apuntando que esa misma tarde había dormido a uno de sus nietos cantándole una canción ibicenca en lugar de una nana. Pero no sólo canta para su familia, sino que también deleita a sus clientas, «alguna incluso me ha dicho que por qué no hago un libro con tanta canción como me sé».

Y asegura que lo hizo, pues tiene un cuaderno con la letra de varias canciones payesas, todas ellas largas, para evitar así que se pierdan, «me da mucha rabia que se pierda lo ibicenco, estamos dejando morir las fiestas de pueblo, el carnaval, que era precioso y ya casi no se hace… pero eso sí, adoptamos todas las nuevas fiestas como Halloween; es una pena que llegue lo de fuera y se olvide lo nuestro». Por eso, siempre se ha implicado con la tradición ibicenca, aprendiendo de su abuela las canciones y de su madre la costura y la gastronomía. «Siempre en las fiestas de cumpleaños hacemos orelletes, cocas, greixonera… y en Navidad la salsa de nadal…».

Claro que ella reconoce que su gran ilusión, de siempre, ha sido cantar. «Desde pequeña tenía el sueño de cantar en las fiestas que se hacen en Vara de Rey, pero no tengo voz para cantar ni he tenido tiempo para apuntarme nunca a canto porque he trabajado muchas horas en la peluquería», explicó mirando a su establecimiento, lugar donde tiene lugar esta entrevista. Y aunque cuando se jubile planea dedicarle más tiempo, de momento lo que ya tiene son dos canciones escritas de su puño y letra, inspiradas en sus vivencias, una se titula Ninete y la otra Bodes de ferro.

APUNTES

Bodes de ferro

Quan jo era petiteta, de cinc anys a tot estirar, ma mare sempre plorava sense poder-la consolar. Mon pare sempre cridava sempre estava enfadat. Naltrus sempre li fugíem per no veure-ho de mirar de la por que li teníem que mus feia tremolar. Ma mare mus ajudava a poder-ho aguantar i així mateix un bon dia ses coses van canviar, el que havia anat a escola mus volia ajudar perquè el dia de demà poguéssim anar a treballar. Ma mare si que era bona, casi no es pot explicar, de tan bona que era així li feia pagar, sempre m'en recordaré d'un dia que va arribar que hasta els plats tremolaven de veure-ho tan enfadat i a poc a poc amb el temps tot això va passar.

Ninete

Jo he fet una lletra nova, i l'he fet i ara la vaig a cantar, quan tenia 13 anys jo ja vaig voler casar. Ma mare bé que m'ho deia això, has de deixar-ho anar. Però com es que somié, jo no la vaig escoltar, i així mateix aquell dia molt pront ja va arribar. Ma mare ben que plorava, mon pare molt enfadat, però jo com no sabia el que m'estava esperant, més contenta que una pasqua, a casar-me em vaig anar. Els dies es varen fer tristos i ses nits un espanto, però ses dues setmanes mon pare em va cridar. Mon pare molt espantat en el seu carro em va venir a buscar.

Venja, venja, filla meva, a casa has de tornar i deixa totes ses coses que a casa ja trobaràs i em va pujar dins del carro i cap a casa em va anar. Ma mare quan em va veure es va posar a plorar. Venja, venja, filla meva que a casa t'has de quedar, no pensis més en ses coses que el temps tot ho esborrarà. I em vaig quedar a casa i molt contenta vaig estar.