Revivir la vida en la Tierra entre los periodos Triásico y Cretácico, es decir retroceder entre 225 y 65 millones de años atrás y corretear sin peligro alguno entre una veintena de reproducciones de dinosaurios a tamaño real es un sueño que adultos y niños pueden hacer realidad gracias a Expo Jurásico, una brutal muestra lúdica y didáctica que el Recinto Ferial acoge desde ayer y hasta el próximo domingo 17 de abril.
Antes de adentrarnos en una era que ha inspirado dibujos animados, series y que se convirtió en un fenómeno global cuando Spielberg la llevó al celuloide, unos paneles informativos nos relatan algunos de los detalles estos apasionantes seres que se extinguieron tras el gran cataclismo que provocó un gran meteorito que impactó con nuestro planeta.
Tras las aclaraciones científicas, el visitante se topa con una réplica asombrosamente real de un Baryonyx nada simpático, pues mientras con una pata atrapa a una presa, con sus afilados dientes da caza a una pequeña cría. Mide unos tres metros de altura y 10 de longitud y con un peso de dos toneladas consigue manter alejado al público más prudente. Dos niños lo miran con los ojos como platos. De repente el animal se gira hacia ellos y ruge con furia. De un salto, los dos pequeños se retiran tras las faldas de su madre. Menos miedo demuestra Damián, que con apenas tres años vence su timidez para acercarse a la descomunal fiera y mostrarle su camiseta de Spiderman. Ver para creer.
Superado este primer susto, nada mejor que un documental para recuperar el aliento disfrutando con la proyección de la serie Planeta Dinosaurio, producida por la BBC. Tras su visionado, son muchos los pequeños que descubren su vocación de paleontólogo y se ponen a limpiar de arena unos fósiles de dinosaurio.
Una vez aclimatados a los rigores del Jurásico, uno ya empieza a familiarizarse con el resto de dinosaurios: los Triceratops, una especie de rinoceronte de 9 metros de largo armado con tres cuernos y con un gran caparazón en la cabeza pero que era herbívoro. Menos mal, aunque Laia y Toni, de 2 y 3 años, no le tienen miedo al esqueleto del Tryceratops y posan para su madre sacando la cabeza a través de la mandíbula del animal. ¡Eso es valentía!
Luego nos topamos con el Ankylosaurio, dotado de una fuerte armadura y con una cola en forma de mazo que utilizaba para defenderse. Imposible para un niño no tratar de tocar esa curiosa cola que de vez en cuando se movía repentinamente.
Otras especies menos conocidas preceden a la gran atracción de la exposición: el Tyranosaurus Rex. Con cuatro metros de alto y 13 de largo, el mayor carnívoro de su época infunde temor y fascinación por igual. En Expo Jurásico podemos contemplar un esqueleto, no auténtico pero sí completo. Además, la reproducción animatrónica parece cobrar vida. Se puede apreciar su respiración, detalle que nos pone en alerta. Es cuestión de tiempo que haga otro movimiento y nos amenace con un sonoro rugido.
Al finalizar el recorrido, son entonces los niños los que lanzan su ataque. Las víctimas son las empleadas que atienden en la tienda de la exposición, donde los más pequeños pueden adquirir muñecos de dinosarios, cuadernos e incluso colgantes de dientes de estos animales.
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