Así, los participantes sacaron sus cuchillos, prepararon los fogones y pusieron a punto sus ingredientes, como si de una competición de Master Chef se tratara, para ofrecer un plato que cautivara el paladar del resto de sus rivales. Pues los propios participantes eran a su vez los jueces del concurso. «Según vayan terminando los platos, los irán trayendo para que se prueben y se hagan las votaciones», apuntaron.
En total, 12 puestos que representaban a restaurantes, locales del pueblo, asociaciones de amigos o simplemente a particulares que se presentaban por amor a la cocina, fueron los componentes de este singular mercadillo que ofreció tapas a 3 euros que volaron. Muchas recetas fueron invenciones creadas específicamente para el concurso y, aunque hubo ideas creativas y originales, al final la tradición se llevó el gato al agua. Las dos variedades de la receta típica ibicenca del calamar a la bruta fueron las que se llevaron el primer y segundo premio, la colla de S'Avaraderos y el restaurante Peralta con 350 y 150 euros, respectivamente.
«Nos ha sorprendido gratamente porque no esperábamos que se saliese del frito de calamar, pero hemos visto que nadie ha repetido exactamente y eso es de agradecer, porque demuestra que hay ganas de hacer cosas nuevas y experimentar», afirmaron desde la asociación de vecinos. Y es que, efectivamente, las recetas pisaban fuerte, desde croquetas de calamar, imitando a una variedad de las croquetas tigre, hasta pinchitos de calamar en tempura con curry, frita de calamar, calamares rellenos de trufa, ceps y foie o guiso de calamar a la mallorquina con salsa de almendras. Sin olvidar los ingeniosos acompañamientos de las tapas como el alioli de Halloween, teñido de negro con la tinta de calamar.
Una de las apuestas más diferentes, y propicia para el día de calor, fue la ensalada tibia de calamar del Baret de Peralta, donde su creador nos explicó la receta: «Calamar vaporizado en romero y limón con una base de rúcula, acompañado por una vinagreta de mostaza con un poquito de sésamo y cebollino. Es una receta autodidacta que preserva la naturalidad del calamar porque al ser vaporizado conserva su esencia y sabor». La jornada se completó con los juegos tradicionales que organizaron desde el club de mayores de la localidad con la intención de enseñar a los más pequeños que antaño la diversión iba más allá de la tele y las videoconsolas.
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