Lo que fue el puerto natural más seguro de la costa este se ha convertido en la piscina comunitaria de uno de los balnearios más tumultuosos y faltos de carácter de Ibiza, un playón salpicado de sombrillas peludas que fue terriblemente urbanizado. Todo está diseñado al gusto del turista nórdico: desde restaurantes con su comida favorita hasta shopping centers de grandes marcas made in China, tiendas de souvenirs especializadas en colchonetas hinchables, etc. Vamos, que no queda ni un ápice de autenticidad. A cambio, eso sí, las familias con niños están de lujo, pues no les falta de nada: parques infantiles, trenecito turístico, barcas de pasaje... ¡y hasta hoteles baratos all inclusive!
CALA LLONGA: Al gusto del nórdico
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