El padre de la niña prestó declaración durante cuatro horas en el juicio oral que se celebra en la capital gallega y lo hizo justo un día después de su exmujer, a la cual las partes personadas estuvieron preguntando sobre el crimen durante cerca de ocho horas.
A diferencia de la imagen mostrada por su expareja, Alfonso Basterra se dejó ver con una actitud desafiante, además de parecer visiblemente indignado con la investigación del caso por el crimen de su hija, sobre la que denunció «filtraciones» e «irregularidades».
Durante su larga declaración, reiteró en numerosas ocasiones que él no mató a su única hija y que nunca le suministró orfidal, el fármaco hallado en el cuerpo de la víctima, según reveló la autopsia.
Insistió sobre este punto y agregó que los episodios en los que la niña presentó somnolencia a lo largo del verano se debían a su rinitis alérgica, que la dejaba rendida.
Para las acusaciones, pública y particular, este extremo supone una contradicción en la versión dada hoy por Alfonso Basterra frente a su única declaración judicial anterior, la correspondiente al 27 de septiembre de 2013, en la que aceptó que había dado una vez polvos blancos a la niña Asunta, pero sin detallar de qué fármaco. No obstante, Basterra abundó ante el jurado que cuando habló esa primera y única vez, llevaba seis días llorando, después de conocer que su pequeña había muerto de manera violenta; durmiendo en un calabozo en el que no lo harían «ni las ratas. «Quizá pude incurrir en un error, pero eso no significa que mienta ni que oculte nada». También subrayó que «no ocultó» su ordenador.
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