«Yo me veía muerto», ha dicho C.C.T.G. en su declaración ante el tribunal del jurado en la primera jornada del juicio que se celebra en la Audiencia de Palma, donde ha admitido que agredió a Mascaró, pero ha dicho que fue para defenderse tras un accidente fortuito y no después de haberle embestido a propósito con su coche, como sostienen la Fiscalía y la acusación particular.
«Yo no quería matarlo pero tampoco quería que me matara a mí», ha afirmado. «Yo le metí dos o tres con la izquierda, con el hacha, y nunca le tiré a la cabeza. Si lo hubiera ido a matar, le tiro la primera a la cabeza y lo dejo seco», ha añadido sobre la trifulca que acabó con la muerte del empresario, que mantenía una relación sentimental con su exmujer.
«Llevaba años diciendo que me lo iba a cepillar», ha admitido el acusado, quien ha detallado que el día del asesinato había bebido alcohol, fumado marihuana y había tomado el cuádruple de la dosis de una medicación que tenía prescrita por la depresión que sufría tras su separación.
Según su relato, tras la pelea que ocurrió «en menos de un minuto», acudió sangrando a la comisaría de la Guardia Civil de Es Mercadal donde contó que le acababan de atacar. «Expliqué lo que había pasado: que me había pinchado un tío, que me pegó con un casco y que yo le había pinchado a él», ha afirmado.
Al inicio del juicio, el fiscal Eduardo Norro ha explicado al jurado que considera que los hechos constituyen un homicidio doloso con la circunstancia atenuante de obcecación.
Cree que no hubo alevosía porque ésta implica una ausencia total de defensa y hay varios testigos que vieron una pelea, si bien no descarta tener en cuenta una posible agravante de abuso de superioridad. El acusador público pide inicialmente una condena de 7 años y 6 meses de prisión, además de una indemnización de 10.000 euros para cada una de las dos hijas del fallecido.
La acusación particular, que representa a la familia del fallecido, cree que fue un asesinato con alevosía y que el acusado planeó la muerte de Mascaró.
El letrado Jaime Campaner ha asegurado que el acusado «anunció por todo el pueblo durante dos años» que iba a matar al empresario, se aseguró de no sufrir daños al hacerlo y usó hasta tres armas (el vehículo, un cuchillo y un hacha) al atacarle por sorpresa.
Según Campaner, este caso cumple la definición de alevosía que ofrece el Código Penal y no se puede aplicar la atenuante de confesión porque el acusado mintió al decir que fue un accidente. «La versión del acusado es poco menos que un insulto», ha asegurado el letrado, para quien dicho relato es además contradictorio.
La abogada defensora, Margarita Mercadal, considera que no existió ninguna actividad previa de su defendido para trazar un plan ni mucho menos para asegurarse de que no hubiera riesgo para su propia vida y que lo ocurrió es que golpeó de forma accidental el ciclomotor de la víctima cuando se cruzó en su trayectoria y después hubo una pelea.
Según la abogada, fue un homicidio pero concurren las circunstancias atenuantes de arrebato, obcecación y confesión porque fue a la Guardia Civil y contó lo ocurrido cuando la víctima todavía estaba siendo atendida por los servicios de emergencias.
3 comentarios
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Dice: no quería matarlo pero fue con un cuchillo y un hacha. Dice: fue un accidente. Accidente matar a una persona? Accidente fortuito chocar contra el vehículo de la victima? Solo falta que alegue que la víctima le golpeó con la cabeza contra su hacha, y que le dio con la cara en su puño. Eso para mi opinion reúne todos los actos de un asesinato.
No entiendo a los fiscales. En unos casos piden tan poco (este) y en otros que son mucho menos graves piden penas enormes...
No me creo la versión del homicida. Además de haberlo anunciado, de atropellar al fallecido, llevaba un arma sobre él y lo único que parece es que el muerto intentó defenderse. Sin éxito, por desgracia. Los jueces tendrán que ser muy crédulos para tragar con la historia que cuenta. Historia que parece urdida para eludir responsabilidades. Demasiadas evidencias contra un homicida.