n agente de policía acompaña al sospechoso, esposado, para entrar en el juzgado de guardia. | DANIEL ESPINOSA

De nuevo en prisión. J.A.C.T., de 21 años, con graves problemas mentales y detenido por incendiar este fin de semana una vivienda en Vila ocasionado la muerte de su compañera de piso ingresó anoche en la cárcel de Eivissa, lugar donde ya estuvo recluido durante cinco meses como consecuencia del fuego que se registró el pasado 21 de diciembre en un edificio de la calle Madrid. El sospechoso quedó libre porque se encontraba en régimen de preventivo y ‘agotó' el plazo normal que regía para su causa, aún instruyéndose. Ahora, de momento acusado de incendio con peligro para las personas en concurso con un delito de homicidio, podría ser condenado a 20 años.

Los reconocimientos médicos que se habían realizado hasta la fecha evidenciaban que dicha persona era supuestamente víctima de un trastorno de la personalidad con un carácter impulsivo ante las frustraciones, propio de una esquizofrenia paranoide. Su última enfado, en la tarde del sábado, costó la vida a María Victoria P.A., de 43 años y vecina de un cuarto piso del número de la calle Agapito Llobet.

Pruebas

El fiscal pidió prisión sin fianza para dicha persona después de que en el juzgado del magistrado José espinosa, el número 2 de Eivissa, el acusado tampoco diera explicaciones claras de lo que motivósu enojo. Al respecto, la investigación judicial tiene pendiente recoger ahora, al igual que un nuevo informe médico, multitud de testimonios entre los vecinos del edificio afectado, y entre ellos el de un buen número de personas que se cree vivían en el piso incendiado.

De momento ha trascendido, que María Victoria P.A. había acogido en la casa hacía una semana de la calle a J.A.C.T y que le había dado «un par de días» para que se buscara otro sitio donde vivir y que días antes se había producido una fuerte discusión entre ambos. Esta circunstancia y otros datos que se barajan en el caso van a llevar a la investigación a no descartar, incluso, la posibilidad de un asesinato hasta que no se realicen diferentes comprobaciones sujetas al sumario de la causa.

Todos los indicios apuntaban a que las llamas comenzaron en dicho inmueble, donde convalecía de una gripe la fallecida, del mismo modo que en la calle Madrid: un trapo al que se prendió fuego y que fue arrojado en un sofá.

El incendio de la calle Madrid ocurrió un mes después de que se produjera otro hecho similar en un domicilio de Can Misses, vivienda de un familiar que intentaba ayudarle de sus problemas.

En caso de que no se le considere imputable, por el grado y diagnóstico de su enfermedad, podría verse abocado a cumplir la pena de reclusión en algún psiquiátrico penitenciario. El modo de comportarse en el último caso es similar al que había presuntamente protagonizado en anteriores ocasiones. El joven bajaba a la calle y veía lo que ocurría. Luego, confesaba. En la calle Madrid lo hizo al personal de una ambulancia que lo asistía. En su nueva residencia, hizo un tanto de lo mismo tras supuestamente volver a originar el fuego que mató a María Victoria P.A. Estuvo detrás del cordón de vecinos y personas que seguían la evolución del incendio hasta que, interrogado por la policía, terminó confesando que en la casa donde había empezado todo aún había una mujer y que él era el causante de las llamas.

Cinco minutos después de irse la hija de la fallecida y otro inquilino

La autopsia ha determinado que María Victoria P.A. pereció asfixiada como consecuencia del humo que anegó la casa. Ello ocurrió cuando estaba postrada en una cama. El incendio ocurrió pocos minutos después de que ella se hubiera quedado sola en la vivienda con el sospechoso. Cinco minutos antes abandonó la casa el último ocupante que quedaba, en un domicilio donde se subarrendaban las habitaciones. Previamente lo hizo la hija de fallecida, una adolescente de 13 años que se fue de la vivienda con el pensamiento de volver más tarde para ver cómo se encontraba su madre. Las relaciones entre todos ellos también están sujetas a investigación para intentar dilucidar si un enfrentamiento vinculado precisamente a ellos originó la conducta que se atribuye al acusado.