Cinco años y medio de cárcel. Esta es la pena que la titular del juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa, la magistrada Clara Ramírez de Arellano, a un delincuente de Evissa que poco antes del mediodía del pasado 18 de junio apuñaló a una anciana en el interior de la iglesia de Santa Creu para robarle el bolso. En la sentencia se considera probado que el sospechoso, detenido por la policía días después en el Bora-Bora de Platja den Bossa, fue el hombre que la abordó por detrás y le clavó un arma en la espalda cuando la víctima, de 75 años, se encontraba sentada en un banco del templo. El atacante huyó tras arrebatarle a la mujer un bolso que ésta llevaba encima con el dinero que pudiera haber en su interior.
El sospechoso, que está privado de libertad desde su arresto el 18 de julio y que ahora se halla en prisión, negó en su juicio haber apuñalado a la víctima. Es más, afirmó que «atacar a una anciana era como hacerlo a su madre» y dijo estar durmiendo en una casa de Puig des Molins con unos amigos a la hora que tuvo lugar el atraco.
La magistrada responsable de esta sentencia, pese a ello, le ha impuesto tres años y medio de cárcel por el delito de robo con violencia y otros dos años por las lesiones que le sufrió la afectada, persona que precisó asistencia médica, un día de hospitalización, y a la que restará en el dorso una cicatriz de dos centímetros. Por esto, el acusado, además, deberá indemnizar a la perjudicada con 500 euros.
La decisión judicial se ampara no sólo en la claridad con la que la víctima identificó a su agresor, tanto en una rueda de reconocimiento como en la vista oral, como en las contradicciones en las que incurrieron el propio ladrón y sus amigos cuando comparecieron en el juzgado y quisieron dar forma a una coartada que, según la magistrada, se cae por su propio peso. El sospechoso dijo a la policía que ese día dormía en su casa familiar de sa Penya y luego, durante la instrucción, varió su versión. El fallo, pese a todo, ha sido recurrido ante la Audiencia Provincial.
Sola en el templo
El robo tuvo lugar poco después de que la afectada entrara en la iglesia, momento en el que había otros tres feligreses en su interior. La mujer se sentó en un banco, quedándose sola en el templo. Fue entonces cuando vio a un hombre que se dirigía hacia el altar y segundos después, tras olvidarse de él, sintió una fuerte punzada en la espalda. La mujer notó entonces que le intentaban quitar el bolso. Pese al dolor, la víctima pudo agarrarlo con fuerza, quedándose con la correa después de que el ladrón lograra arrancárselo. «Era moreno, muy feo y delgado. Nunca antes lo había visto, ni siquiera en la puerta cuando entré en la iglesia», explicó la anciana en la vista oral cuando pidió que diera una descripción del sospechoso, persona al que dijo haber visto un momento cuando se giró al ser apuñalada.
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