Un vecino de Cala Lenya de nacionalidad británica y d euna edad próxima a los 60 años perdió ayer la vida después de que presuntamente cayera del balcón de una casa de campo. En un principio, sin embargo, la investigación barajó la posibilidad de que dicha persona hubiera sufrido una muerte violenta al descubrirse unas marcas en el cuello que abrieron todo tipo de hipótesis. El primer examen forense resolvió la cuestión, junto con la inspección ocular que realizó la Guardia Civil, al atribuirse dichas marcas a un posible rozamiento durante la caída.

El cadáver de dicha persona, un hombre afincado en la isla hace quince años y que actualmente residía en una habitación que le habían dejado en una casa de campo cercana a la playa de Cala Lenya, fue descubierto a primera hora de la mañana bajo el balcón donde se cree que se precipitó accidentalmente.

La investigación sopesó la posibilidad del homicidio también al observarse que la barandilla que protegía el balcón era lo suficientemente alta para proteger un eventual desmayo. Nuevas pesquisas permitieron conocer que dicha persona tenía, al parecer, graves problemas con el alcohol y que por su estado de salud actual no se descartaba que hubiera padecido cualquier tipo de ataque cuando se hallaba en las afueras de la habitación en la que se alojaba.

Todas las dudas se disiparon cuando la médico forense ayer de guardia observó el cadáver y concluyó, a falta de que se realice la autopsia, que los golpes que presentaba la víctima se debieron a la fatal caída, ocurrida desde unos tres metros de altitud.

Se da la circunstancia de que a la hora en que se descubrió el cadáver de dicha persona se produjo otra alarma similar al darse aviso de que una persona había fallecido en la habitación de un hotel de s'Argamassa. Los primeros datos apuntaban a que esta muerte sobrevino por causas naturales.