El titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Eivissa, Santiago Pinsachs, está investigando si se produjo una negligencia médica en el caso de William Hall, joven británico que murió en septiembre de 2006 por los golpes recibidos a manos de una o dos personas en el estacionamiento del local DC-10, según los resultados de la autopsia. Por la muerte de Hall se detuvo a tres personas, Héctor R.R., natural de Guadalajara, el madrileño Rubén G.L. y el valenciano Aitor Juan C.P. En un principio se imputó a dos de ellos por presunto homicidio involuntario, pero fueron puestos en libertad por el juez de guardia bajo fianza de 3.000 euros, mientras que el tercero fue imputado por encubrimiento. El juez Pinsachs aún no ha concluido la instrucción del caso. Fuentes judiciales señalaron que aún no se sabe si alguno de los detenidos será imputado por un presunto delito de homicidio involuntario o de lesiones.
En la mañana del 1 de septiembre de 2006 Hall, entonces de 22 años, entró en un coche aparcado en aparcamiento del DC-10. Al parecer, pensaba que se trataba de un taxi pirata, pero cuando llegaron los dueños le quisieron echar. Como no salía del coche, le golpearon, de forma que unos de los golpes, en el cuello, le causó una herida interna que finalmente provocó su muerte días después.
Hall acudió al hospital de Can Misses tres días después, en una época en la que el servicio de urgencias de este hospital está saturado, pero allí no llegó a comunicar lo que le había ocurrido, no se sabe si por voluntad propia o porque no consiguió explicarse con los médicos, ya que Hall no hablaba castellano ni tampoco catalán. Nada se sabe acerca de si se puso o no a su servicio un traductor. Recibió el alta el mismo día. El día siguiente, a las ocho de la mañana, regresó al hospital y a mediodía falleció. Las autopsias revelaron que Hall estuvo tragando sangre entre tres y cuatro días hasta que, finalmente, murió por la grave hemorragia interna. En los análisis se le encontraron cinco litros de sangre en los intestinos. En un primer momento se informó de que, aquella mañana, al advertir los médicos su falta de sangre, se optó por hacerle una transfusión, una circunstancia que debe investigar el juez Pinsachs.
Por otra parte, la familia del fallecido ha decidido personarse en el caso como acusación particular, informaron fuentes judiciales.
La detención de los tres sospechosos se produjo varios días después de la muerte de Hall, después de que el Àrea de Investigación de la Guardia Civil de Sant Antoni hiciera múltiples gestiones para aclarar las circunstancias de este caso, indagaciones que llevaron a realizar gestiones en ciudades tan dispares como Zaragoza, Huesca, Guadalajara y Valencia.
Todo ello para identificar a los ocho ocupantes de un Audi A-3 y un Renault Scenic -éste último de alquiler- que se encontraban en el aparcamiento en el que se produjeron los golpes fatales.
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