El sospechoso dejó a deber 12.000 euros tras alojarse once días en el Hotel Pachá.

El fiscal pidió ayer el ingreso en prisión para un italiano de 33 años, Marco A., natural de Florencia, como sospechoso de una serie de fraudes presuntamente cometidos en la isla. Marco A. fue apresado por la Guardia Civil cuando circulaba con un todoterreno de lujo valorado en 72.000 euros que figuraba como robado en un concesionario valenciano, pero el mismo individuo era buscado en Eivissa por supuestamente vender por 7.000 un barco que no era suyo y por dejar una factura de 12.000 tras alojarse en la suite del Hotel Pachá, sitió donde también alquiló para sus desplazamientos un Hammer.

Marco A. supuestamente no se privaba de nada. Ayer, en el juzgado de guardia y antes supuestamente de ingresar en la cárcel, aseguró que todo era un malentendido y que él tenía previsto afrontar todas sus deudas. El juzgado de Instrucción número 3 de Eivissa ya había abierto antes de todo esto unas diligencias para aclarar la venta de una embarcación Warlock que había sido transferida a otra persona por un importe de 20.000 euros y de los que, por el momento, se había pagado 4.000. Según las sospechas que pesan sobre Marco A., éste presuntamente se había hecho con el barco antes de concluirse esta operación y lo había vendido, a su vez, por una cantidad de 7.000 euros a otro comprador, persona que había varado el barco en una nave de Sant Carles.

El italiano protagonista de este caso también era buscado por la dirección del Hotel Pachá después de que se instalara el 23 de septiembre pasado en la mejor habitación de este establecimiento. Su estancia duró hasta el 3 de octubre, fecha en la que dejó su maleta y una tarjeta y dijo que antes de irse iba arreglar unos asuntos monetarios. En el hotel no se le volvió a ver y cuando se quiso cargar la cuenta a su tarjeta, ésta fue denegada por el banco.

El juzgado también tiene qué aclarar qué hacía conduciendo un todoterreno Audi Q7 sustraído en noviembre con otros siete coches y sin haber sido matriculado aún de un concesionario de automóviles la localidad valenciana de Cheste. Marco A. también tuvo ayer explicación para esto: simplemente se lo había vendido un amigo.