El cocche en el que viajaban los tres menorquines se incendió tras salirse de la carretera y chocar.

J. PONS FRAGA Alex Barber López, de veinte años; y Andrés Palliser Triay y Ricardo Caules Vinent, ambos de 18 años, todos naturales y residentes en Alaior, fallecieron ayer tras colisionar e incendiarse el vehículo en el viajaban desde Maó hasta su población natal.

La magia y la ilusión del Domingo de Reyes se truncó ayer en una desgarradora jornada de luto y dolor en Alaior. La población despertó con la noticia de un suceso terrible y sobrecogedor, ocurrido poco antes de las cinco de la madrugada, en el que habían perdido la vida tres muchachos.

La conmoción dio paso a la consternación y la incredulidad, con tres familias destrozadas por las consecuencias del primer accidente mortal del año -con estaas tres jóvenes víctimas-, registrado minutos antes de las cinco de la madrugada, en el kilómetro 12'100 de la carretera general. Corresponde al tramo de la variante de Alaior, que discurre por el borde sur de la trama urbana.

Aún cuando la Guardia Civil de Tráfico, que instruye las diligencias, no ha concluido aún el atestado que entregará al Juzgado de Primera Instancia número 2 de Maó, el director insular de la Administración del Estado en Menorca, Javier Tejero, avanzó que «la causa probable del siniestro que ha costado esta madrugada la vida a tres jóvenes, de entre 18 y 21 años, podría deberse a la humedad de la calzada y a un posible exceso de velocidad».

Por su parte, el delegado del Gobierno en la Comunidad Autónoma, Ramon Socías, lamentó que, una vez más, se haya juntado el «trágico binomio» de madrugada y jóvenes en este suceso, por lo que aseguró que se debe «concienciar a la sociedad» para evitar más muertes de este tipo.

Eran las 4'40 horas de la pasada madrugada cuando un vehículo Volkswagen Golf, con matrícula B-20000-VD, conducido por A.B.L., en el que circulaban los cuatro jóvenes en dirección a Ciutadella se salió de la calzada por la izquierda. El conductor habría perdido el control del coche, que colisionó violentamente contra los muretes de hormigón de la carretera de Cala en Porter, una vía situada en un nivel inferior al de la carretera general. Los jóvenes, que procedían de Maó, se dirigían al domicilio del copiloto, Angel Román Vives, que salvó milagrosamente la vida.

Pedro Palliser, padre de Andrés Palliser Triay, tras saber que se había producido el accidente, y cuando aún no había trascendido la identidad de ninguno de los fallecidos, se ofreció para colaborar en la retirada de los restos del vehículo siniestrado que habían caido, desde la carretera general, sobre la calzada de la carretera de Cala en Porter.

A las siete de la mañana, «en Perico des Rafal» desconocía aún que su hijo era una de las tres víctimas mortales del accidente. Poco después fue informado y en el mismo escenario de la tragedia descubrió, con horror, que la muerte había golpeado su familia.