El denunciante dijo en el juicio que en Comisaría debieron entenderle mal cuando reconoció fotográficamente al acusado.

La titular del juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa, la magistrada Clara Ramírez de Arellano, dio carpetazo esta semana a un supuesto ajuste de cuentas entre magrebíes en la zona de ses Figueretes después de que la víctima asegurara en el juicio que «la policía debió equivocarse» al arrestar al sospechoso, que fue presentado ante el juez por una «simple confusión» en el nombre y en la forma de explicarse. El denunciante, una vez en el juicio y tras estar enfrente del acusado, aseguró que éste era amigo suyo y que no había recibido ningún tipo de presión o amenaza y lo exonerarle de toda culpa. Antes de comenzar la vista, y mientras esperaban a ser llamados, los dos hombres estuvieron dentro del edificio judicial conversando amigablemente.

El caso, resuelto ahora con la absolución del sospechoso, se inició después de que el perjudicado afirmara en una denuncia que un compatriota suyo del que sólo conocía su nombre de pila (Rachid) le había agredido en plena calle, causándole severas lesiones en la cara, entre ella una rotura dental. El denunciante tampoco atribuyó a ninguna causa concreto el motivo de la agresión de la que fue víctima. Según su relato, ocho días después, el 11 de abril de este año, se volvió encontrar con el mismo individuo cuando caminaba por la calle Galicia, momento que éste le espetó: «Hijo de puta, te voy a matar». La denuncia por todo esto terminó tramitándose en Comisaría.

Pese a todo, el propio denunciante reconoció que en las dependencias policiales había señalado una fotografía en la que salía su amigo Rachid y en el juicio indicó que de esto y de lo hablado dentro de las dependencias policiales debía de haberse derivado «un error».

El acusado, por su parte, aseguró que no tenían ningún coche del mismo modelo que el hombre que supuestamente había golpeado a la víctima y afirmó que la hora en la que ocurrió la agresión, sobre las siete y media de la tarde, él se encontraba en casa de su novia «merendando, como todos los días a la salida del trabajo».