La base de operaciones de la banda se ubicaba en Gibraltar y estaba compuesta por ciudadanos españoles, sudamericanos y de países del Este.
La banda había dispuesto la infraestructura para el transporte de la droga de tal manera que en el futuro que les permitiría la introducción de inmigrantes ilegales de origen marroquí a través de las costas españolas. Los magrebíes tenían que pagar por el viaje algo más de mil euros, si no disponían del dinero se les ofrecía colaborar en las labores de carga y descarga de la droga par poder así alcanzar las costas españolas.
En la operación fueron detenidos 15 individuos, se intervinieron 1.500 kilogramos de hachís, una lancha rápida de 13 metros de eslora, una pistola Llama del calibre 45, dos katanas, un machete grande, teléfonos por satélite, material informático y varios vehículos de lujo.
Los agentes localizaron en la costa norte de la isla de Tenerife el punto en el que iba a ser descargada la droga.
Allí se habían concentrado varios miembros de la red, desplazados desde la Península para la operación, distribuidos de manera estratégica en los acantilados. Unos esperaban la llegada de la embarcación para realizar la descarga de los fardos, mientras otros inspeccionaban el área en busca de fuerzas de seguridad y comunicaban a la embarcación mediante señales luminosas que no había peligro.
El modus operandi de la banda consistía en partir desde Lanzarote a las costas marroquíes con la lancha rápida, cargar la mercancía y retornar a las Canarias de madrugada. El grupo disponía de una nave en Santa Cruz de Tenerife, donde almacenaban la droga para su posterior distribución por las islas del archipiélago.
En la operación participaron el grupo Greco-Cádiz y la Udyco de la Línea de la Concepción y la de la Jefatura Superior de Policía de Canarias.
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