Empleados de la funeraria retiran los restos mortales de María Josefa Rodríguez Fernández. Foto: MIQUEL A. CAÑELLAS

P.MATAS/J.JIMÉNEZ/F.RAMOS
La estranguló con un cinturón en el dormitorio del matrimonio, tras subir el volumen de la música para que la hija de ambos de 16 años no escuchara los gritos. Gregorio González Pozo, un manchego de 45 años, vecino de es Vivero, ha confesado que mató a su mujer porque estaba cansado de que chateara por Internet «con otros hombres». Vivía obsesionado por los celos y sabía que Josefa Rodríguez Fernández, la víctima, quería separarse.

La pareja y sus tres hijos -dos gemelos de 18 años y la adolescente- residían en un adosado de la calle Armador Valentí número 11 A, esquina con la calle Lanzone. A las 22.26 horas el cabeza de familia, un basurero de baja por enfermedad, llamó al 092 y contó que había golpeado a su mujer, que yacía en el suelo. Una patrulla de la Policía Local llegó a la casa, de dos alturas, y se encontró con la puerta abierta. En el recibidor estaba la chica, extrañada por la presencia de los agentes, y detrás de ella Gregorio, sollozando. Llevaba en la mano un cinturón de piel negra y les indicó en dirección al dormitorio, en el piso superior. Junto a la cama, en posición decúbito supino, estaba Josefa, aún caliente. A preguntas de los policías su esposo confesó: «He apretado demasiado con el cinturón, hasta que ha dejado de moverse». Los intentos de reanimación fueron inútiles. Josefa ya estaba muerta, y sus hijos, que aguardaban en la casa de los vecinos, aún no lo sabían. La calle estaba cortada, atestada de coches de policía y numerosos vecinos intuían la tragedia: «Ha pasado algo gordo, dicen que está muerta», opinaba un joven. El asesino pasó de un estado inicial de conmoción a una excitación progresiva, inquietante. Presentaba dos arañazos en el cuello y uno en el abdomen, provocados por su mujer, en un intento desesperado de quitárselo de encima. Fue trasladado hasta el PAC de Son Pizà, junto al cuartel de San Fernando, y de ahí al Àrea de Psiquiatría de Son Dureta, donde a la una de la madrugada quedó ingresado.