La muerte de 18 personas en un albergue del municipio de La
Todolella, en la comarca castellonense de Els Ports, se produjo por
una mala combustión de unas estufas que se quedaron encendidas por
la noche, según las primeras hipótesis de la investigación
policial.
Ayer por la noche, el forense José Antonio García Andrade explicó
que el fallecimiento por inhalación de monóxido de carbono,
conocida como la «muerte dulce», se produce sin que los afectados
«se den cuenta del peligro» al caer en «un sopor».
Al parecer, un grupo de unas 50 personas, la mayoría de ellas
jóvenes de entre 20 y 40 años, se congregaron en el albergue
municipal de «Ermita de san Cristóbal» para celebrar el 50
cumpleaños de un vecino de Herbés, un municipio próximo.
Terminada la fiesta, la mayoría de los participantes, que habían
llegado desde diferentes pueblos de la comarca de Els Ports,
regresaron a sus domicilios, aunque 18 personas se quedaron a
dormir en el albergue. El inmueble donde se encontraban los
fallecidos es un edificio del siglo XV sobre la montaña de Sant
Cristófol
Según las primeras investigaciones, el grupo encendió varias
estufas para combatir el frío, pero una deficiente combustión hizo
que inhalaran hasta la muerte monóxido de carbono.
Los cadáveres, que fueron encontrados alrededor de las cuatro
horas de la tarde ayer, se encontraban anoche todavía en el lugar,
mientras la policía científica proseguía sus labores para
determinar las causas de la tragedia.
«Se trata de una muerte muy dulce que no da sensación de ahogo
ni de asfixia», relató el experto, quien añadió que en la mayoría
de los casos las víctimas no se percatan de lo que está ocurriendo
y en el supuesto de que se den la inhalación les provoca una
parálisis en las piernas «que les impide salir corriendo para
buscar ayuda».
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