La acusación particular solicitó ayer ocho años de privación de
libertad para un joven acusado de atracar una tienda de recuerdos
en es Pouet y golpear con una estatuilla de resina a la
dependienta, que precisó hospitalización y desde entonces sufre
secuelas psicológicas. La acusación pide cuatro años de cárcel por
las lesiones a la víctima, una mujer ibicenca de 38 años, y otros
cuatro más por el robo en la tienda de souvenirs.
El suceso se produjo el 20 de octubre de 2004 y la Guardia Civil
logró detener al atracador un mes después. Desde el primer momento,
el acusado reconoció los hechos, aunque explicó una serie de
atenuantes que ayer en el juicio expuso su abogada. El acusado, de
unos 20 años y nacionalidad ecuatoriana, asegura que fue
coaccionado para realizar el atraco a la tienda de es Pouet, en el
municipio de Sant Josep, por un grupo de marroquíes.
Una tía del acusado testificó ayer ante la juez y aseguró que en
una ocasión su sobrino le pidió dinero para pagar a este grupo de
marroquíes que, supuestamente, le tenía coaccionado.
La abogada del ecuatoriano también expuso como atenuante ante la
magistrada supuestos problemas psicológicos de su defendido.
La letrada dijo que el acusado obró impulsado por «un miedo
insuperable» y añadió que es una persona pobre que no puede costear
los informes médicos suficientemente estudiados para demostrar ese
supuesto miedo insuperable.
Durante la vista, el fiscal remarcó que el acusado aseguró en su
momento que las heridas de la dependienta son consecuencia de un
forcejeo que tuvo con ella durante el cual algunos objetos cayeron
de las estanterías y la golpearon, cuando la versión de la mujer es
completamente diferente.
El fiscal reafirmó su petición de pena, pero sustitutiva por la
expulsión del acusado de España a Ecuador.
La abogada de la víctima, por su parte, consideraría injusto que
el acusado se fuera a conformar con cinco años de cárcel y en
quince días sea expulsado a su país. La letrada recalcó que, en su
opinión, el acusado sabía lo que hacía, porque, supuestamente,
golpeó a la dependienta con la estatuilla en la cabeza y la dejó en
el suelo en medio de un gran charco de sangre.
Después, el presunto atracador se llevó el bolso de la mujer
herida y cerró la persiana de la tienda de souvenirs con el
supuesto fin de que desde la calle no se viera lo ocurrido en el
establecimiento.
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