El último accidente, en la carretera de Sant Antoni durante el puente de la Constitución, le costó la vida a una pareja.

Cada vez hay menos accidente mortales en las carreteras de las Pitiüses. Eso es lo que están demostrando las estadísticas. Desde los fatídicos 1999 y 2000, que rondaron la treintena de fallecidos, la siniestralidad no ha parado de bajar. Este año, si no se producen novedades, Eivissa y Formentera pueden volver a contabilizar la mejor cifra que se ha tenido en 15 años. En 1997, hubo 15 fallecidos, una estadística que no ha sido posible reducir desde entonces.

Otro dato significativo que invita al esperanza es que el número de accidentes mortales en sí que ha habido tampoco coincide con el número de víctimas. Seis de los 15 fallecidos este año perdieron la vida en tan sólo tres siniestros. En dos de ellos, los dos primeros, el consumo de alcohol fue decisivo.

No fue el casó del último ocurrido, el que se registró el pasado puente de la Constitución y en el que murió un matrimonio de Sevilla a consecuencia de una colisión frontal entre dos coches en la carretera de Sant Antoni.

Tráfico, sin embargo, sí apreció la influencia decisiva del alcohol en el accidente de febrero en el que fallecieron dos británicas -bebidas según todos los indicios- al colisionar contra una furgoneta en sa Punta des Molí y en el ocurrido en septiembre cuando un turista, que quiso darse a la fuga, se estrelló fatalmente contra el coche en el que iban un matrimonio francés asiduo a la isla.