La actuación policial tuvo lugar en octubre de 2002 y a ella
siguieron otra seria de redadas después de que al menos dos de las
chicas sorprendidas «sin papeles dentro del establecimiento
desvelaran su conexión con una supuesta red rumana que traía
jóvenes a la isla sin su consentimiento para nutrir de prostitutas
a otros clubes de la isla.
Ambas chicas figuran en la causa como testigos protegidas y sólo
una de ellas declaró ayer en el juicio iniciado en un juzgado de lo
penal de Eivissa y por el que tuvieron que sentarse ene l banquillo
la dueña del club «Carolina» y su hermana. La continuación del
juicio se aplazó al faltar una de estas testigos. La única que
testificó lo hizo detrás de una mampara que protegía su
intimidad.
«Llevo once años en Eivissa y esta es la primera vez que tengo
problemas. En mi local no se ejerce la prostitución. Las chicas
sólo alternan y son libres de entrar y salir cuando quieran.
Siempre se les ha pedido la documentación y se les ha hecho la
advertencia de que no se admitían menores», afirmó la propietaria
del local.
El procesamiento de ambas mujeres tuvo lugar después de que
durante la redada la policía se incautara en el local de dos
cuadernos de contabilidad y se viera que supuestamente las chicas
que figuraban en él, y que estaban trabajando [alrededor de unas
nueve] no tenían ningún tipo de contrato de trabajo.
La dueña del club declaró en la vista que ello ocurrió
accidentalmente un día después de que hubiera llegado a la isla su
hermana [la otra acusada] para convalecer de una crisis y se
quedara eventualmente a cargo del establecimiento. Ésta fue la
única mujer que disponía de un contrato laboral, formalizado como
camarera.
«El club sólo tiene una barra para alternar, un sofá y un
pequeño cuarto que utilizamos como almacén. Sólo había acuerdos
puntuales con las chicas por las consumiciones y tampoco sabía si
venían por encargo de alguien», afirmó.
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