Una juez de Eivissa preguntaba la semana pasada a un agente de la
Guardia Civil de Tráfico por qué cada vez que estaba ante un
accidente se le señalaba que las mediciones que se habían llevado a
cabo correspondían a las normales para la isla y no para la
Península. El agente aclaró cualquier duda al señalar que las
ecuaciones que había que aplicar a la hora de determinar
velocidades dependían de coeficientes de rozamiento y que en el
caso de Eivissa era muy habitual barajar números ya impensables en
la mayor parte de las carreteras peninsulares. La razón de todo
ello es la mala calidad del asfalto en la isla y de su rápido
deterioro.
Varios expertos consultados por este periódico señalaron que
tras esta circunstancia está la causa real de una elevada parte de
los accidentes en la isla. El testimonio del agente se produjo en
el juicio contra dos conductores tras morir hace dos años una joven
motorista en es Canar. El guardia atribuyó lo ocurrido al exceso de
velocidad (en un tramo urbano limitado a 50 km/h y a no respetarse
la distancia de seguridad). El conductor de uno de los coches dijo
que cuando vio la moto comenzó a frenar. Las huellas dejaron tras
de sí una rastro de más de 60 metros.
Varios expertos en carreteras, entre ellas varias fuentes
policiales, consultados por este periódico explicaron que siempre
se habla oficialmente de la velocidad como causa de la
siniestralidad, cuando realmente la mala calidad de la calzada
muchas veces es una razón aún mayor. Así se da la circunstancia de
que, por ejemplo, a una velocidad de 90 km/h una frenada típica en
una carretera de Eivissa se convierte en un 'viaje' incierto que
ronda los 60 metros, unos 20 metros menos de lo que suele
contabilizar Tráfico al informar sobre accidentes en la Península.
Ello sucedió en el citado accidente de es Canar.
La combinación es todavía más explosiva cuando se está ante
tramos muy desgastados (para hablar de ellos se utiliza la metáfora
de 'piedra pulida') o de zonas donde ha llovido o donde el firme
está húmedo o ligeramente embarrado. En estos últimos casos la
práctica demuestra que el agarre de los neumáticos es prácticamente
nulo. Las rotondas se califican sin reparos de «peligrosísimas». Se
considera que las carreteras que están bien preparadas están en
Portinatx y en sa Cala.
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