La casa de Can Lluís de Sa Rota donde tuvo lugar el trágico desenlace. Foto: V. FENOLLOSA

Las últimas pesquisas realizadas por la Guardia Civil han permitido aclarar que Guido S., el alemán de 27 años que murió ensangrentado tras asaltar una mansión de Can Lluís de sa Rota y que se cree fue víctima de alguna sustancia estupefaciente, residía eventualmente en una de las tres casa que entró violentamente. Ello descarta prácticamente la posibilidad de que el perturbado fuera un ladrón.

Según ha podido constatar el instituto armado, la víctima había llegado hacía muy pocos días a la isla y se alojaba en una casa que le había dejado un conocido de Alemania que estos días se encontraba fuera de su propiedad. El fallecido era un completo desconocido en esta zona de Jesús.

Habrá que esperar cerca de un mes para saber con certeza si la droga causó su gran estado de perturbación. Para entonces se espera que ya estén las muestras que se han enviado a Barcelona para su análisis toxicológico.

Muestras
Todo ello después de las ultimas fases de la investigación por este caso confirmen la primera hipótesis de que el fallecido actuó enajenado como consecuencia de fuertes paranoias que posiblemente sufrió. A la vez, el juzgado ha enviado otras muestras para su examen patológico después de que una primera impresión señalara como causa final de la muerte una parada cardiorespiratoria.

Los agentes del equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Eivissa realizaron anteayer tarde sobre el terreno una reconstrucción de los hechos que presumiblemente ocurrieron para confirmar y descartar los datos que ya se habían reunido y que ayer se hicieron públicos. Esta prueba permitió despejar todas las dudas que había suscitadas. Ello fue posible gracias al examen que hicieron los guardias siguiendo los numerosos rastros que dejó la víctima, un periplo cubierto de regueros de sangre y huellas de neumáticos. Con este pormenorizado análisis se esclarecieron todos los pasos de su extraño comportamiento hasta que murió cuando, encerrado en una habitación, era asistido por la Policía de Santa Eulària.

Guido S. llegó a la una y media de la madrugada a la casa en la que se estaba alojando muy probablemente ya en estado de perturbación. Tras irrumpir en su propio alojamiento, entró en la casa vecina. Sus moradores quedaron atónitos cuando vieron que dentro de su jardín uno de sus coches comenzaba a dar vueltas a gran velocidad y con gran estrépito. Guido S. condujo, preso de locura, durante varios minutos este coche sin quitar siquiera el freno de mano. Su 'carrera' concluyó después de que se empotrara contra una pared en el mismo sitio en que estaba estacionado antes el turismo. Tras salir del coche fue atacado por dos pastores alemanes que custodiaban la casa. En su carrera, y tras zafarse de los perros, se golpeó brutalmente contra unos troncos del jardín.

Ya ensangrentado y con la ropa maltrecha saltó otra valla y accedió a la vivienda donde fue descubierto después de que el propietario de la casa, un alemán sexagenario que estaba en el inmueble junto con su hijo, se decidiera a salir para ver a qué se debía tanto ruido. Fue entonces cuando Guido S. dio su muestras más violentas y donde terminó perdiendo la vida después de que él mismo se autolesionara brutalmente.

Guido S. terminó encerrándose él mismo en un pequeño cuarto contiguo al comedor de la vivienda que asaltó finalmente sin que siquiera se viera acorralado. Para entonces su cuerpo ya estaba cubierto de sangre por las múltiples lesiones que sufría y que agravó golpeándose él mismo la cabeza contra las paredes de la habitación. Esto sucedió minutos después de que hubiera destrozados cristales y mobiliario de la sala principal de la casa, domicilio en el que irrumpió diciendo por tres veces 'te mato' al dueño de la propiedad, otro residente alemán que no conocía de nada al sospechoso .El fallecido asaltó esta última casa después de que su propietario le viera en el jardín. Ya en el comedor se produjo un enfrentamiento que logró eludir el dueño de la casa después de que Guido S. entrara en otra paranoia en la que su única obsesión era el mobiliario de esta dependencia.. Así se logró hallar un tiempo para avisar a la Policía Local. Dos patrullas llegaron a la casa. Guido S. falleció, y quedó completamente rígido tras echar espuma por la boca nada más actuar los agentes para asistirlo de su locura.