El capo de la Cosa Nostra, Giovanni Greco, detenido en Eivissa en
octubre de 1997, se entregó anteayer voluntariamente en la
Audiencia Nacional, después de permanecer en paradero desconocido
casi dos años y huir días antes de que el Gobierno concediera su
extradición a Italia. Sobre Greco pesaba una orden de búsqueda y
captura internacional para ser extraditado a Italia por los
presuntos delitos que tenía pendientes ante la Justicia de aquél
país. Además, fue condenado en rebeldía a 27 años de cárcel por
intento de homicidio y asociación mafiosa, y el Gobierno concedió
su extradición a Italia por dos asesinatos por los que no había
sido juzgado.
El jefe de la Mafia, que aprovechó una serie de resquicios
legales para huir, era miembro de la facción «moderada» de Cosa
Nostra y contrario al «capo» Totó Riína. Residía en un chalé de
Cala Llombarts, en Palma de Mallorca, su última residencia, cuando
decidió salir a pescar para no volver y dejar abandonada a su
esposa, y sus tres hijos.
El juzgado de Palermo, que reclamaba su extradición, celebró la
vista en su ausencia y le absolvió del asesinato de Salvatore
Mazzola y Giacomo Palazzolo, acribillados a tiros en Cinisi
(Italia). Pero la absolución judicial no propició que se levantara
la orden de búsqueda y captura internacional dictada por la policía
cuando descubrió, con 51 días de retraso, que había faltado a su
cita diaria en el Juzgado de Manacor, en Palma de Mallorca, donde
tenía que estampar su firma cada mañana desde que la Audiencia
Nacional le concedió la libertad provisional bajo fianza de un
millón de pesetas.
Asimismo, según Interpol Italia, Greco sigue en el libro de los
delincuentes más buscados de ese país y continúa en búsqueda y
captura. Greco residió en Eivissa escondido bajo el nombre de
Domingo y llegó a faenar en un barco de pesca con base en el puerto
de Sant Antoni.
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