Faltaban pocos minutos para las cuatro de la tarde, cuando el Boeing 757-300 de la compañía Condor que se salió de la pista del aeropuerto de Eivissa el pasado sábado por la noche se elevó para regresar a Alemania, lugar en el que técnicos de la empresa constructora del aparato, de la compañía germana y de Aviación Civil de aquel país investigarán a fondo las causas que provocaron el accidente.

A las tres y media de la tarde, los pilotos realizaron la última prueba en la isla. El aparato aceleró en la pista de despegue y frenó, regresó al estacionamiento de aviones, se comprobaron los datos y se dio luz verde para su viaje de regreso a Francfort, aeropuerto en el que aterrizó minutos después con total normalidad.

Finalizaba así el periodo de reparaciones y pruebas a las que fue sometido el Boeing durante el domingo y la mañana de ayer. Fuentes de la compañía Condor indicaron a este periódico que habían sido sustituidas las diez ruedas del tren de aterrizaje (dos en el tren delantero y ocho en los situados bajo las alas), además de haber sido revisados todos los sistemas electrónicos, sin que se hubiera logrado dar con la causa de la avería que pudo provocar la salida de pista.

A las doce de la noche del domingo, los pilotos del Boeing realizaron una maniobra de acelerado y frenado en las instalaciones aeroportuarias ibicencas, prueba que resultó completamente satisfactoria, según las mismas fuentes, por lo que se decidió que el avión saliera ayer mismo hacia Alemania. Asimismo, los responsables de Condor en Eivissa explicaron que, de momento, no se puede confirmar cuando volverá a ser operativo comercialmente. «Puede ser dentro de dos días o en dos semanas, no hay una fecha segura porque depende de los técnicos», indicaron desde Condor.