El tráfico de éxtasis está fuertemente penado por la legislación española.

J.J.MONERRI La Audiencia ha condenado a tres años de cárcel a un joven que fue sorprendido en un control de la Guardia Civil en la puerta de una discoteca de la carretera de ses Salines con 40 comprimidos de éxtasis. El acusado, que en la vista se jugaba cinco años de prisión solicitados por el ministerio público, negó que pensara traficar con las pastillas y aseguró que se las había comprado a un belga dentro del local pensando sólo en destinarlas a su consumo. El forense acreditó que dicha persona era consumidora de éxtasis, así como cocaína y hachís.

El tribunal, sin embargo, ha considerado que su adición no les exculpaba de cometer un delito de tráfico de drogas. L. M. V.L. fue detenido por agentes del Grupo de Investigación Fiscal y Antidroga (Gifa) en octubre del año pasado cuando éste volvía por tercera vez a una moto que había en el aparcamiento del citado local, hecho que motivó las sospechas.

En el cacheo, se le intervinieron tres comprimidos entre sus ropas y las otras 37 pastillas en un bote que había escondida en la moto, así como 30.000 pesetas. Ante el tribunal, éste alegó que la primera vez que fue a la moto fue para guardar el éxtasis y las otras veces a dejar otros objetos. El acusado acaba de cobrar. La defensa empleó este argumento para explicar ante el tribunal que el joven hubiera adquirido tal cantidad - de acuerdo con su versión de los acontecimientos- y razonar el hecho de que llevara encima 30.000 pesetas, una circunstancia ésta última no achacable a ganancias en el tráfico de drogas, según esta misma línea de descargo.