Para las muchas personas que trabajamos en el sector turístico de alguno de los muchos destinos de vacaciones en España, termina el verano y llega la hora de disfrutar de unas merecidas vacaciones. La duda es ¿qué hacer con esos días para escapar de la rutina? En mi caso, utilicé BCO, un comparador de alquiler de coches y me propuse explorar la Isla de Ibiza. ¡Sí! En otoño/invierno, porque como reza la clásica canción de Seguridad Social, “soy un salmón; soy un salmón; soy el espíritu de la contradicción”.
Sin ninguna duda, los que lean estas líneas y, como yo, viven y trabajan en lugares cuya economía depende del turismo, sabrán apreciar lo mágico de estos lugares en el otoño e invierno, cuando llega la calma y los días de lluvia.
Ibiza, un lugar mágico también en invierno
Termina el verano y las hordas de turistas se baten en retirada de Ibiza. Atrás quedan los días de sol y playa, las noches de fiesta y desenfreno en las que el famoseo internacional y los simples mortales conviven, y los típicos mercadillos hippies. Una imagen de la isla que los medios de comunicación y la cultura popular han pretendido vender como la única cara de la isla. Pero la realidad, como casi siempre, es mucho más compleja e Ibiza oculta para los forasteros un territorio mágico por descubrir, en cualquier estación del año.
En cuanto aterriza mi vuelo, me estaba esperando mi coche de alquiler en el aeropuerto de Ibiza, un vehículo mediano y prácticamente nuevo por menos de 1 euro al día que reservé, para una semana, a través de la web de Booking Centre Online. Y a partir de ahí, a la aventura.
Cultura y tradición en las calles de Ibiza
Siempre que viajo, procuro planificar lo básico, dejando que el destino y la espontaneidad guíen mis pasos, para llegar, así, a lugares insólitos. De esta forma, aunque posiblemente me pierda algo de “lo típico” de cada lugar, estoy seguro de trascender lo cotidiano y vivir experiencias auténticas e insospechadas.
Para ello, nada mejor que pasear por las calles de los pueblos de Ibiza y hablar con sus gentes. El casco antiguo de la capital de la isla se presta, especialmente, para estos menesteres. Además de disfrutar de nuestra visita recorriendo las sinuosas callejuelas, sin los agobios del calor y la muchedumbre, podremos charlar con los lugareños para conocer los lugares más secretos. Las personas mayores y jubiladas se prestan especialmente a ello, ya que, además de la experiencia que proporciona la edad, también disponen de más tiempo y menos prisas para entretenerse a conversar.
Por supuesto, en Ibiza podremos encontrar un gran número de pueblecitos, monumentos y edificios históricos que merece la pena visitar, muchos de los cuales aparecen reflejados en las guías oficiales de turismo, que también merece la pena consultar, tanto por esta razón, como por los eventos y fiestas populares queregularmente acontecen en la isla.
Naturaleza y deporte
Además de lo ya mencionado, Ibiza ofrece multitud de espacios naturales en los que realizar excursiones, tanto caminando como en bicicleta, o practicar deportes de aventura. Podremos recorrer rutas en las que la montaña y la costa se fusionan, caminar por solitarias playas e inaccesibles calas y descubrir los rincones escondidos de la isla. Sin olvidar el espectáculo que supone para los sentidos disfrutar de los almendros en flor de los primeros meses del año.
Y para los más aventureros, siempre les queda la posibilidad de realizar excursiones en barco o practicar diversos deportes acuáticos. Aunque en mi caso, esto último, en estas fechas, no me apeteció mucho.
Y para terminar, hay que llenar la panza
Como no podría ser de otra forma, no puedo terminar esta miniaventura sin hablar de la gastronomía local. Algo absolutamente ineludible cuando se visita un lugar desconocido. Como es habitual, pescados, moluscos y mariscos varios son la base culinaria de los platos más típicos de Ibiza, aunque aquí resaltaremos el sofrit pagès, un plato típico menos conocido y particularmente indicado para cuando el frío del invierno aprieta.
En mi caso, el último día en Ibiza lo aproveche para devolver el coche de alquiler en el puerto de Ibiza y así poder comer en uno de los excelentes restaurantes allí ubicados, darme un paseo por la ciudad y, posteriormente, embarcar en alguno de los numerosos ferris que unen la isla con la península para regresar a casa.
Sin duda, toda una experiencia que recomiendo a todo aquel que disponga de unos días libres y que quiera descubrir Ibiza más allá de los tópicos típicos.
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