Obras de canalización en la calle Johann Sebastian Bach, donde está ubicado el semáforo temporal. | MARCELO SASTRE

El barrio residencial situado entre la Calle Johann Sebastian Bach y Mossèn Ribas i Ferrer de Sant Antoni (detrás del Mercadona) lleva unos meses viviendo una situación propia de un país en vías de desarrollo, debido a la prolongación de las obras de mejora de la funcionalidad vial de las calles del casco urbano del municipio.

Las obras en esta zona dieron comienzo a primeros de mes de mayo y ni vecinos ni trabajadores saben cuándo finalizarán. Los cortes de agua, la desinformación, los problemas de movilidad y de aparcamiento, el polvo, el ruido o la prolongación del plazo de unas obras que están teniendo lugar en plena temporada estival, está provocando la desazón de los habitantes de este barrio. Unos sucumben a la resignación y otros tantos no saben qué hacer para remediar su crispación.

Sandra, que trabaja en uno de los comercios de la calle Mossèn Ribas i Ferrer, afirma que «siempre hacen lo mismo en verano. En mi caso tengo problemas para aparcar porque cortan la calle un día sí y otro día no, y tengo que dar marcha atrás en un cruce peligroso. Lo peor fue a mediados de julio, que cortaron el agua durante dos días seguidos, no de forma intermitente, ¡seguidos! ¿Cómo pueden dejar sin agua a la gente?», exclama. María del Valle considera que «no es justo que hagan esto en plena temporada y más con los cortes de agua en pleno julio», un problema que, acusa, «ha llegado hasta Ses Païsses». Algunos trabajadores decían que las obras serían para octubre, pero no ha sido así».

Sandra asegura que el problema es la falta de información por parte del Ayuntamiento, «informa a través de su página web pero que no hemos recibido ningún aviso ni papel informativo con respecto a los cortes de agua, lo único es que dijeron que sería a intervalos y no ha sido así».

Para otra de las vecinas, Melisa, la situación no es tan dramática, ya que considera que las obras deben hacerse y que es normal que hayan molestias. Sin embargo, a pocos metros de la calle Suïssa la percepción es bien diferente. El padre de Tamara tiene cáncer y a su madre, Francisca, le tuvieron que amputar una pierna, por lo que vive en una silla de ruedas. Las obras de la calzada a lo largo de toda la calle impiden que pueda salir a la calle. «Cuando debe salir le ponen una rampa de madera», pero su hija Tamara asegura que «se la quitan».

A raíz de las obras ella no puede, directamente, salir a la calle, «si no nos ayuda mi cuñado, imposible», explica Tamara que se lamenta de que, a pesar de pagar contribución, basuras, tener todo al día y pocos recursos, el Ayuntamiento no viene a ayudarlas después de varias quejas. «O sea pagas contribución, basuras, mi madre con la pierna cortada, dime tú cómo accedemos a nuestra propia vivienda. No nos informan de nada y además cada dos por tres con el agua cortada, sin aviso. Ahora nos han dicho que la plaza de minusválidos que tramitamos nosotros se va fuera porque siguen las obras».

María estaba descargando la compra frente a su portal en la calle del Progrés con Calle Jaume I. «Todo lo que sea arreglar está bien, pero lo que no nos parece bien es todo el aparcamiento que han quitado, porque esta calle es ancha de por sí como para quitar un aparcamiento tan necesario. Yo ahora tengo que ir a aparcar al Instituto Quartó de Portmany. No entiendo que a los cuatro vecinos de toda la vida nos quiten el aparcamiento», explica María.

Precisamente, uno de los vecinos justo hablaba con otros residentes de este tema, motivo habitual de conversación entre los habitantes de este barrio, debido a ese sentimiento de desinformación y marginación generalizada a la que se ven sometidos. Carlos está muy enfadado, «llevan tres meses para hacer aceras. Aquí no hay movimiento de turistas y han quitado 40 aparcamientos para hacerla más ancha. Nosotros nos preguntamos, queremos mejorar pero ¿mejorar para quién? Hay muchas calles de Sant Antoni que era necesario cambiar, pero ¿tres meses para esto? Entregan su proyecto y ya terminarán. Es lo triste, que este es el gobierno del cambio, pero el cambio para lo peor, y yo llevo 14 años en San Antonio. A ver si para octubre lo tenemos, pero no creo», explica Carlos sin muchas esperanzas y describe otras molestias vividas.

«En casa no se puede entrar con zapatos del polvo. Tengo compañeros que trabajan de noche y han tenido que irse por el ruido de las excavadoras. Sobre el aparcamiento, los obreros dicen que van hacer un parking disuasorio, pero nos hemos enterado por ellos. Nadie informa, de hecho quien pasee por aquí verá que no hay ningún cartel informativo que se hable de ninguna obra, constructora, ni del plazo, nada. Es una desinformación y deja mucho que pensar porque si fueran transparentes informarían. Dejan muchas cosas al aire, y al aire esto no se puede dejar, y menos gobernando», concluye Carlos, visiblemente hastiado por la situación.