El sonido de una brulada de corn dio ayer el pistoletazo de salida de una nueva edición de la Fira des Gerret que ayer, aprovechando una tregua del mal tiempo, congregó en Santa Eulària a cientos de asistentes dispuestos a deleitarse con la versatilidad de este pescado típico ibicenco de las mil caras.

Un total de 1.200 kilos de gerret salieron ayer de los llaüts de los pescadores que, a primera hora de la mañana, descargaron docenas de cajas en el puerto de Santa Eulària que fueron transportadas en carro hasta el centro neurálgico de la localidad donde les esperaban una veintena de puestos que ofrecieron recetas basadas en este producto con inspiraciones de diferentes partes del mundo. En la feria se pudo probar varias recetas internacionales cuyo principal ingrediente era el gerret: desde pad thai hasta ceviche o incluso acompañando a un penne al ragú o cocinado al curri.

Durante el desembarco del pescado en la calle Sant Jaume, Toni Tur Sendic, técnico de Cultura del Ayuntamiento de Santa Eulària explicaba a un turista de Zamora las propiedades del gerret. «Es el pescado tradicional de invierno porque es cuando está más gordo y más sabroso», señalaba. Un pescado ‘comodín’ con unas excelentes cualidades nutricionales que se puede hacer de diferentes formas: a la brasa, en escabeche, o incluso como base para hacer un buen caldo.

Su hermano, Joan Tur Sendic, es organizador de la feria y tiene un vínculo especial con el gerret porque ha sido pescador de esta especie durante siete años. «Para ser pescador de gerret te tiene que gustar porque te tienes que levantar a las 3 o las 4 de la mañana», apostillaba. La pesca tradicional del gerret se realiza mediante una técnica ancestral en la que se utiliza un artet, unas redes que permiten coger este pescado que se encuentra en la arena.

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Pere Valera, de la Cofradía de Pescadores de Ibiza, destacaba la importancia de recuperar la gastronomía de las Pitusas y de valorar el pescado local que, en estos momentos, solo representa el 20 por ciento de los que se consume en toda la isla. «El objetivo no es aumentar la pesca de gerret sino que los consumidores lo aprecien y sepan distinguir si el producto que compran es o no ibicenco», señaló Valera quien recalcó las diferencias «en horas de cámara» que existen entre un pescado capturado en Mallorca o Barcelona respecto a los pescados en nuestra costa.

Sin embargo, todos coinciden en que el mayor inconveniente del gerret son sus espinas, especialmente para las nuevas generaciones más acostumbradas a otro tipo de pescado mucho más fácil de comer. Unas razones que las personas mayores no entienden, como Jaume Tur, un ibicenco nacido en ses Salines y residente en Puig d’en Valls. «Hay mucho malcriado que no sabe quitar las espinas y no quiere reconocer lo bueno que es este pescado», afirma. No obstante, asegura ser optimista y cree que la costumbre de comer gerret no perderá: «Pasará como con el ball pagès que se pensaba que iba a desaparecer pero pusieron una escuela y ahora hay una colla en cada pueblo».

Aitor, un niño ibicenco de 12 años, es una muestra de la poca afición de los niños a este pescado. Asegura con cara de enfadado que no le gusta nada y que no piensa probarlo ante la mirada de Fina y Margarita, su madre y su abuela, que están sentadas comiendo unos gerrets a la brasa. «No es que no le guste el gerret, es que no le gusta el pescado en general», afirma Fina.

Una aversión que, con un poco de suerte, se curará en la edad adulta cuando, como en el caso de Vicent, un turista valenciano, se puedan apreciar «las extraordinarias cualidades» de este pescado. «Si costara más estaría considerado como una manjar», aseguraba.