El bar cafetería Es Pi Ver se ha convertido en uno de los puntos de referencia en el pueblo de Sant Miquel | Toni Planells

Más allá de la amenazada sargantana, uno de los signos identitarios más claros de las Pitiusas son los pinos. Un ‘pi ver’ (Pinus pinea) se diferencia del ‘pi bord’ (Pinus halepensis), entre otras cosas, porque el primero es el que produce piñas. ‘Es Pi d’en Noguera’ era un ejemplar de pi ver que desarrolló su majestuosidad en pleno centro de Sant Miquel y que el mismo Marià Villangómez nombra en uno de sus poemas.

Origen

‘Es Pi d’en Noguera’ echó raíces en el mismo solar en el que Vicent Torres, cocinero y pescadero de su pueblo, Sant Miquel, soñaba con abrir su propia cafetería. Un sueño que hizo realidad cuando pudo comprar, junto a Joan de Can Roques, el solar donde construyeron el edificio que albergaría la cafetería, la cual abrió sus puertas en 1992. En homenaje al majestuoso pino, la cafetería se llamó ‘Es Pi Ver’. El edificio respetó a ‘Es Pi d’en Noguera’; sin embargo, unas reformas en el alcantarillado público afectaron sus raíces y el mítico árbol desapareció años después.

Vicent Torres abrió las puertas de Es Pi Ver con la ayuda de Margarita Guasch, su esposa, que también ligó su vida laboral a la cafetería desde entonces. «Desde el principio trabajamos mucho, pero económicamente fue muy difícil», recuerda Marga respecto a los inicios de Es Pi Ver. Reconoce que Vicent «era muy trabajador, emprendedor y un buen cocinero, pero un poco desastre como gestor».

Etapas

En una situación económica complicada, «las deudas nos tenían bastante ahogados», Margarita se hizo con los mandos y la responsabilidad del negocio en 1998. La situación familiar no era mejor que la económica: «Dos años más tarde, en el 2000, nos separamos y empecé a llevar el negocio yo sola», recuerda Guasch. «Si había que ir adelante, había que ir con todo», justifica Marga para reconocer que, para salvar el negocio, «trabajaba desde las seis de la mañana hasta las doce de la noche porque, además, tengo el problema de no saber delegar». «Menos mal que siempre tuve la ayuda incondicional de mi familia», añade Guasch, «además de buenos trabajadores, como Joan, Nieves o Miriam, por ejemplo».

Guasch supo mantener Es Pi Ver con buena salud durante 20 años «con ayuda de amigos, familiares y buenos empleados» hasta que decidió jubilarse el mismo año de la pandemia. «Mi hijo Vicent ya tenía un hijo, yo estaba a punto de cumplir los 65 y una no sabe el tiempo que estará viva, así que decidí alquilar la cafetería durante cinco años a Antonio Roger, que lo ha llevado estupendamente bien». Cinco años después, son Joan, el cocinero de Es Pi Ver desde 2012, y Vicent, hijo de Margarita, quienes han asumido la responsabilidad de continuar con el mismo espíritu de Es Pi Ver, Es Pi d’en Noguera. «Llevo muchos años enredado en este negocio, pero ahora más que nunca», asegura con humor el cocinero respecto a su nueva etapa como socio del negocio junto a Vicent.

Oferta gastronómica

Durante su primera etapa, la oferta gastronómica no iba más allá «de alguna tapa y algún bocadillo». Sin embargo, los domingos Vicent preparaba un plato de caracoles o el mítico ‘arròs de matances’, que hoy en día se sigue ofreciendo en Es Pi Ver.

No fue hasta que Marga tomó las riendas del negocio cuando la cocina de Es Pi Ver empezó a ampliar su oferta: «Había muchos trabajadores que me pedían menú, así que nos pusimos a hacerlo, sin dejar de hacer los platos combinados, las tapas y los bocadillos de siempre». Guasch también recuerda, además del perfil de clientela formado por vecinos y trabajadores, el del turismo de su primera época: «Eran gente que se paraba más a comer, de los que alquilaban coches y daban vueltas por la isla. Ahora no vienen tantos de estos».

Clientela

Tanto el perfil de la clientela como el carácter de la cocina siguen intactos en Es Pi Ver, etapa tras etapa. En sus mesas, la veteranía de su clientela se hace patente en la que forman Xiquet Palerm, Joan ‘Salvador’, Bartolo Ripoll y Pep ‘Petit’, todos vecinos de Sant Miquel. «Solemos venir algún día para juntarnos y charlar», explica Palerm mientras ‘Petit’ matiza que «’algún día’ es cada día», ante las carcajadas de sus comensales. «Por las mañanas desayunamos juntos y, si liga, por la tarde también nos tomamos un vinito o lo que caiga», añade Salvador. «Desde aquí arreglamos el mundo, si no, Sant Miquel, y si tampoco sabemos arreglarlo, intentamos arreglarnos a nosotros mismos, que también tenemos falta», comenta Ripoll ante las carcajadas de sus comensales.

En cuanto a sus platos habituales «para entretener el estómago», ‘Salvador’ y ‘Petit’ coinciden en señalar las tostadas. El primero prefiere «las de siempre, con jamón serrano y queso», mientras ‘Petit’ se considera «más moderno», señalando las tostadas con aguacate como sus favoritas. Las tapas de pulpo son las más demandadas, mientras que la tapa con la que prefiere entretener el estómago Bartolo es «la frita de freixura».

Tanto la mesa de veteranos como Luis, en la barra, también vecino de Sant Miquel desde hace décadas y cliente de Es Pi Ver desde el primer día, coinciden a la hora de valorar «el buen ambiente, familiar y con gente del pueblo» de Es Pi Ver. «Lugares como este son los que hacen falta en pueblos como este, especialmente en Sant Miquel», añade Luis.
«Nunca ha cambiado su esencia, aquí te encuentras a la gente del pueblo, hay tranquilidad y se está a gusto», asegura Vicent d’en Salvador, cliente «desde que nací: el mismo año que abrieron», y que reivindica el ‘arròs de matances’ como su plato favorito de Es Pi Ver.