Foto durante la entrevista. | TEF

Presidente de la Asociación de Apicultores en Ibiza, su otra gran pasión es el estudio y, tras cursar varias carreras, actualmente se encuentra en segundo de Criminología. Vicent Marí habla de su vida y de su trabajo en el programa de la TEF, ‘Bona nit entrevistes’.

—¿Dónde nació usted?
—En Puig d'en Valls. Mis padres y abuelos tenían relación con el mundo rural. Mi padre, como aquí no había mucho trabajo, tuvo que marcharse unos años a Mallorca. Mi madre, por su parte, también se dedicaba a las tareas del campo. Se conocieron y yo fui el primer producto que salió de Can Marí. Tengo además un hermano pequeño.

—¿De dónde le nace esta afición por estudiar y acumular conocimientos?
—Yo fui seminarista y allí pasé seis años de mi vida. Se entraba por oposición y ello formó parte de mi vida, siendo una etapa que recuerdo con cariño por los compañeros y por los profesores que tenía. Me enseñaron muchas cosas y me forjaron como persona. Comenzamos 57 y terminamos seis. La teoría del mínimo esfuerzo no iba con las directrices de la rectoría que dirigía don Joan Planells, a quien tengo una gran estima. Después, hubo un parón porque me fui a Palma a hacer la mili; conocí a mi mujer y, en cuanto a estudios, seguí con Economía en la UNED, pero tenía obligaciones laborales y familiares. Yo entiendo que hemos venido a esta vida no sólo para crecer, reproducirnos y morir, sino para aprender y aportar alguna cosa. Después, me planteé seguir en la Escuela de Turismo y allí encontré a grandes profesores y alumnos que me motivaron. Todo eran facilidades y una persona motivada cada vez quiere más, estudiar más. Cuando he acabado una carrera, he empezado otra.

—¿Cómo las elige?
—El Derecho está a la orden del día desde que nos levantamos y debe utilizarse en nuestra vida y siempre me ha gustado también la rama empresarial y mercantil. El Turismo, en Ibiza debemos conocerlo porque de manera directa o indirecta vivimos todos de él y debemos tener unas nociones fundamentales. La Escuela de Turismo fue como el interruptor con el que aprendí muchas cosas. La formación en Dirección de empresas era profundizar un poco más. Yo estudiaba el grado superior y lo hacía simultáneamente con Derecho, compaginándolo además con mis obligaciones laborales y familiares. Antes de acabar Derecho, tenía un profesor que me gustaba mucho y pensé entonces que me podría dirigir un trabajo más serio como una tesis. Se lo planteé y fue adelante. También quise estudiar ciencias jurídicas en las administraciones públicas.

—Y ahora está con Criminología.
—Mi objetivo no es el ejercicio. Me han brindado muchas veces llevar diferentes casos, pero yo digo que no puedo. No me quiero colegiar porque mi objetivo va por otra vía, que es la investigación. Cuando haces algo que te gusta, simplemente es estudiar un poco más. En la UNED no regalan nada y se trabaja.

—Háblenos de ‘Inseparables’, una tienda referente en Santa Eulària para los amantes de los animales.
—Desde que tenía nueve o diez años ya tenía una colección de pájaros. Siempre ha sido una de mis pasiones. Mi mujer y yo, paseando un día por el Puerto de la Cruz en Tenerife, decidimos abrir una tienda en Santa Eulària y poder motivar la cría, pero no sólo de canarios, sino de algo más. Decidimos lanzarnos a la aventura y abrimos la tienda en la calle San Juan y recuerdo que el día de la inauguración no se cabía. Teníamos la vertiente romántica y de afición y la comercial. Si conseguíamos sumar las dos, el éxito estaba asegurado. Teníamos también a una persona con don de gentes y conocimientos y venía gente de muchos lugares. Fuimos los primeros en importar de Bélgica perros que aquí sólo se habían visto en fotos, también de canarios.

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—Ahora todo esto se ha complicado.
—Tienes que comprar directamente en criaderos. Ahora, además, hay un enemigo importante que es Internet y no hay que perder de vista a los gigantes asiáticos.

—¿Cuál ha sido el animal más raro que ha tenido?
—Un cocodrilo. Dos, en concreto. En nuestra tienda, la cosa fue a más y nos ofrecieron una tienda de Sant Antoni. Al final, compramos un local de unos 150 metros en Santa Eulària y se hizo un complejo para roedores y peces, todo más profesional. Después, llegó un momento en que cerramos Sant Antoni y seguimos en Santa Eulària hasta que decidimos que era el momento de hacer otras cosas.

—¿Y su afición por la apicultura?
—Me viene de toda la vida. En casa no teníamos colmenas y no hay precedentes en mi familia, pero siempre me ha gustado el mundo de las abejas, que tienen una perfecta estructura social organizada y es algo que siempre me ha llamado la atención. Nadie les ha enseñado a comportarse de esa determinada forma. Es muy curioso.

—Es una programación natural que tendrán en sus genes.
—Lo normal es que nazcan y se alimenten de jalea real tres días. Después, alimentan a su madre y hermanas y, a partir de aquí, la abeja va envejeciendo porque, de media, vive 45 días. Su estructura social es lo que me ha apasionado siempre. En 2012, en los veranos me iba con mi mentor, Jaume ‘Parot’, y nos íbamos a ver sus colmenas y él me enseñaba. Llegó un momento en que quise pasar a la acción; me regaló dos colmenas y ya me puse a ello.

—Cuándo comenzó, ¿cómo era la situación de las abejas en Ibiza?
—Consideré en la primera asamblea a la que asistí que se podían hacer muchas cosas, también por la miel de Ibiza. Había una asociación creada. Yo creo que, al igual que otros ámbitos, la apicultura pasa por la profesionalización del sector. Lo peor que le puede pasar a alguien que empieza es que se le mueran las colmenas o que le comiencen a picar las abejas de manera indiscriminada. Por ello, hay que saber cómo evitar que esto pase. Yo vi que era necesaria una formación, con cursos y talleres, y empezar por abajo, por las escuelas. Antes no se sabía que en Ibiza había miel y ahora se habla de ella en Estados Unidos.

—Usted ha escrito libros, ¿con qué finalidad?
—Divulgadora y pedagógica, todo un poco. En el relativo al caso de la miel de Ibiza, este libro venía a representar la compilación de todo el trabajo hecho para colocar donde se merece la miel de Ibiza, que es arriba de todo, protegida por una marca de garantía, y si es por una Denominación de Origen, mejor. Un consumidor que ve esa DOP sabe muchas cosas ya que es una garantía alimentaria y da seguridad jurídica.

—¿Cuántos tipos de miel se hacen en Ibiza?
—Tres, bueno se hacían porque los dos últimos sólo se han podido elaborar dos por la climatología: la de primavera, la de verano con la ‘frígola’ de Sant Joan y la de otoño. Con el sabor se diferencian. La primera es muy suave; a la otra ya le notas ese punto y la de otoño tiene un sabor y un color y parece que estás comiendo una algarroba líquida. La guía de las mieles de Ibiza ya está circulando por toda España y debemos, además, aprovechar la marca Ibiza.